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lunes, 7 de abril de 2025

El movimiento del caballo" - Andrea Camilleri

 

De nuevo me adentro en una novela del gran Andrea Camilleri, siempre buscando esas joyitas literarias que han conformado su carrera como escritor, más allá de su gran personaje el inspector Montalbano. Y no lo hago por rehusar de quien cuentan es un miembro inexcusable de la novela negra europea, sino más bien para  no caer en sus garras y verme inevitablemente arrastrado a leer cada una de las novelas que protagoniza, más de treinta. En su lugar, de vez en cuando me acerco a aquellas novelas localizadas en tiempos pasados, en las que el escritor siciliano se embarca en trasladar al lector sorprendentes historias engalanadas de tramas y personajes enraizados en la tierra que le vio nacer. 
Localizada en los años setenta del siglo XIX,  la novela que reseño tiene como protagonista a un inspector de origen siciliano que después de realizar servicios a la administración en la península, es enviado a su tierra natal para controlar y verificar los molinos harineros que deben tributar al estado conforme marca la ley. No por casualidad dos de sus anteriores funcionarios habían fallecido en extrañas circunstancias, habida cuenta de la corruptela que se maneja en aquellas tierras de Vigàta, la población inventada por Camilleri para trasladar sus historias y tramas en muchas de sus novelas. Pues bien, el joven Giovanni Bovara se tendrá que enfrentar al cúmulo infinito de complicaciones, entuertos y triquiñuelas que complican su labor habitual, a lo largo y ancho de los estamentos con los que se encuentra, hasta niveles casi insospechados.

Mientras el funcionario lucha contra viento y marea en la Sicilia del último cuarto del siglo XIX, años en los que los impuestos mermaban las ganancias de los caciques de los pueblos y regiones lejanas a la capital, Camilleri no duda en mostrarnos también su visión de la función de la Iglesia y sus sacerdotes en aquellas regiones rurales en las que una oración ganaba el cielo, y un buen revolcón podía llenar las arcas de la parroquia de turno. Pues bien, no es baladí que también esta situación propicia al escritor incluir un cruce de tramas en las que los intereses pecuniarios y carnales se prestan a la perfección para complicar al extremo el trabajo del fiel funcionario defensor de la ley a la que debe pleitesía y de su trabajo al que rinde noche y día. 

En este ir y venir de dimes y diretes, confusiones, enredos y hasta atentados personales, no falta añadir ciertas querellas por las que las tierras de la región forman parte de un pulso por la propiedad y dominio de superficies e inmuebles, vitales para unos e intrascendentes para otros, no más allá de su simple posesión terrenal. Camilleri nos muestra esta amalgama de hechos plagada de su habitual socarronería y humor plasmado en las gentes y los hechos descritos, no solo en tanto en cuanto a los sucedido entre los protagonistas, sino también, al plasmar en sus páginas las actas y cartas que aquellos asuntos llegaron a escribirse entre magistrados, comisarios, técnicos funcionarios, fiscales y políticos. En ellas se plasma magistralmente los usos y costumbres de las corruptelas, conveniencias y favores cruzados que se intercambian en pro de frustrar la labor del funcionario o, por otro lado, defender el buen hacer de la ley. Todo ello conjugado a las mil maravillas en una metáfora nada casual con el habitual movimiento de ajedrez de la figura del Caballo. En definitiva, una delicia de novela que recomiendo leer. 

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