Cinco años después de la publicación del primer volumen de este cómic firmado por Brian Azzarello y Eduardo Risso, ha salido a la luz el tomo que cierra una historia que, si bien comenzó con pie firme, ha deambulado entre algunas fases magníficas y otras que no han cumplido las expectativas que tenía del que considero uno de los mejores tándems en el universo del cómic de los últimos veinte años.
Cierto es que en el anterior volumen, al llevar la trama a las profundas cloacas del mundo de la mafia al final de la Ley Seca, en la ciudad Cleveland, la historia termina por coger forma y fuerza, aunque considero también que lo hace tarde. Con todo, estos dos últimos volúmenes, en los que se llega a una conclusión cercana a tradición de las tragedias griegas, en su actualización de la venganza como punto de llegada y la definitiva batalla entre los distintos actores que han protagonizado la serie, han conseguido que, como lector, termine por congraciarme con lo contado en sus páginas.
En un cierre sangriento y trágico, Azzarello coloca en la tesitura de su destino a Pirlo y a las personas y fantasmas que le han rodeado desde el inicio de la serie, para terminar por ofrecer al lector un epílogo donde se da fin, por una parte, al lunático devenir de un Pirlo pendiente de su transformación y la redención de sus pecados, y por otro, la conclusión de la guerra por el whisky entre aquella familia de destiladores de Virginia Occidental y la poderosa mafia, aún involucrada en un pulso sangriento por ostentar el poder, entre Massería y Mazzerano. Aunque, sin duda, más allá de un perdido y en ocasiones desperdiciado personaje como Pirlo, llamo la atención en Tempest, aquella bellísima mujer que en su búsqueda de venganza y encadenada al terrible destino de Pirlo, se convierte en una espléndida mujer fatal de libro que termina por comerse a todos los demás protagonistas en su deambular trágico a lo largo de toda la serie.
En definitiva, un gran trabajo de Eduardo Risso al lápiz y color, y un irregular guion de Brian Azzarello, quien no ha logrado redondear una historia en la que a ratos parecía que perdía el control y cierta perspectiva. Tampoco han ayudado nada los largos periodos de tiempo pasado entre la publicación de cada uno de los números. Quizás deba releer de tirón los cinco volúmenes y darle una nueva oportunidad. No lo descarto. A fin de cuentas Azzarello y Risso son lo más y es posible que me haya perdido algo debido a una lectura indeseablemente intermitente.
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