"La emperatriz rebelde"

 

Cuánta literatura ha rodeado a la emperatriz Isabel de Austria, esposa de Francisco José I, reconocida mundialmente como Sissi. No hay más que visitar el palacio de Hofburg y visitar el museo dedicado al personaje para asumir que nos encontramos ante una figura en ocasiones desfigurada y mitificada por el populismo que, a lo largo de la historia cultural de Europa, la ha colocado en el ojo de un huracán populista y folcklórico. Pues bien, años después de que Rommy Schneider interpretara a tan manoseada figura, la directora austriaca Marie Kreutzer afronta una visión más personal, pero posiblemente mucho más realista, de una Isabel recién cumplidos sus cuarenta años, localizada a comienzos del último cuarto del siglo XIX, en un Imperio Austro-Húngaro en decadencia.

Encorsetada, tanto físicamente como psicológicamente, por el protocolo de una corte ya en decadencia, Isabel decide mostrarse esquiva con su marido y con el entorno que la rodea y asfixia. Su empeño y obsesión por adelgazar, sus ejercicios diarios, su a veces distanciada relación con sus hijos y el deseo de libertad y salir de palacio, la llevan a construir un micro universo personal muy particular. Sus habitaciones y estancias están blindadas contra visitas inoportunas y su relación sentimental e intima con Francisco es prácticamente inexistentes. En su afán por respirar fuera de la corte, viaja a Inglaterra y a su querida Sajonia buscando aires de libertad y aventuras irrealizables. Los caballos y algunas amistades íntimas, masculinas o femeninas, sirven de tabla de salvación para una vida desgraciada y varada por una depresión inevitable.

Kreutzer se aventura en una versión del personaje llena de silencios, gestos y actos de rebeldía de la princesa. Mediante una dirección elegante y, en ocasiones, acompañada de escenarios menos ostentosos de lo que podríamos imaginar pero especialmente intimistas y bucólicos, fotografiados a la perfección, el director mediante un juego inteligente busca mostrar el paralelismo entre la decadencia de un Imperio, la pobreza sentimental de un palacio oscuro y silencioso, y la propia psicología compleja y aturdida de una Isabel perdida en un mundo al que cree no pertenecer. Una estupenda Vicky Krieps encarna con frialdad y oportunidad, al personaje principal en una propuesta que se desliza al borde del filo de la navaja, entre la visión clásica de la protagonista y la particular lectura que realiza el director de quien ocupa minuto a minuto el metraje de esta película de atmósfera reflexiva, honda perspectiva psicológica y de un sentido relato. Recomendable para los aficionados a biopícs profundos y psicológicos y. cómo no, al género histórico. Una acierto, al que hay que darle paciencia en su visionado, porque seguro que te dejará huella la magnífica y contenida interpretación de Vicky Krieps.