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jueves, 4 de agosto de 2022

"La ciudad es nuestra" - Mini serie

 

De nuevo David Simon, creador de la serie The Wire y de otras producciones maravillosas, a veces, poco comprendidas por el público en general, regresa a las calles de Baltimore para afrontar de nuevo la delincuencia, las diferencias sociales de la ciudad, el tráfico de droga y, como no, la corrupción policial, casi inmutable años después.

La trama nos sitúa algún año después de la muerte de Freddie Gray, joven afroamericano fallecido tras una violenta detención policial en la que sufrió graves lesiones. Este caso provocó graves disturbios, especialmente en Baltimore, la ciudad donde se produjo aquel hecho. El ayuntamiento, debido a las presiones de la calle y a una situación de violencia insostenible, formó un grupo especial de policía dedicada a la incautación de armas de fuego y de drogas. Para ello fichan al agente de policía Wayne Jenkins para liderar un grupo que, a lo largo del tiempo, logra un importante número de intervenciones, incautaciones y detenciones, mientras la gran mayoría de los agentes de calle y de otros departamentos apenas realizan detenciones para evitar casos parecidos al de Freddie. La grabación de videos con los móviles y la presión del departamento de derechos civiles sobre la policía, hace que el nivel de detenciones sea el más bajo en muchos años. Wayne Jenkins y su grupo se han convertido en los dueños de las calles.
Como nos tiene acostumbrados David Simon, la mini serie que nos ocupa presenta un mosaico de personajes de lo más variopinto, mediante el que busca presentar al espectador todos los puntos de vista relacionados con trama de la serie, y lo completa con la presentación narrativa del uso de flashbaks que, con cierto orden y concierto, nos va descubriendo el desarrollo de una investigación liderada por el FBI sobre los usos y las maniobras presuntamente corruptas utilizadas por el grupo especial de Jenkins. Esto conlleva construir argumentalmente una compleja tela de araña de hechos, situaciones, actividades e investigaciones que van deshilvanando un complejo juego de intereses. Paralelamente, como no puede faltar en los guiones de Simon, otros personajes muestran la visión de ese mundo desde el punto de vista del ayuntamiento de la ciudad, la jefatura de policía, la participación de otros cuerpos policiales, la presencia de agentes de asuntos internos y, como no, la intervención del personal perteneciente al departamento de Derechos Sociales, en una época de crisis que se enfrenta a la posible victoria de Donald Trump en las elecciones del país.
En definitiva, David Simon, regresa a sus temas de siempre, jugando con gran destreza e intención crítica con el complejo juego de los diferentes sectores de una sociedad que no termina de quitarse de encima la corrupción y la problemática económica y social imperante. La droga y la violencia campan a sus anchas, mientras el poder policial es la pieza más endeble formalmente hablando, bamboleada por su lucha contra una delincuencia cada vez más violenta y su facilidad para caer en el abuso cotidiano marcado por el racismo, problema totalmente endémico de un país en zozobra. El pasado forma parte inseparable de una trama construida a lo largo de seis capítulos, en los que un interesante conjunto de actores y actrices forman parte de este complejo mosaico de personajes que terminan confluyendo en una dura, durísima crítica a la violenta y corrupta lucha policial contra la delincuencia, demasiado dependiente de presupuestos, policías sociópatas y la falta de medios con los que conformar los cambios necesarios en una sociedad marcada por la pobreza y el racismo. Gran mini serie que, si bien no nos ofrece nada nuevo, sí que, de la mano de Simon, vuelve a meter el tan necesario dedo en la llaga en una problemática que tiene, por ahora, muy mala solución.





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