De vez en cuando me da por empezar alguna serie de la que he oído buenos comentarios y críticas pero que, sin embargo, no he tenido la oportunidad de ver en su momento o simplemente, no estuve al tanto de su estreno. Un ejemplo de esta situación me ocurrió con la británica Line of duty, veterana serie, de la que este año se ha estrenado en Movistar + su sexta temporada.
Su trama gira alrededor de un departamento de la policía británica denominado OC-12, uno de los tres dedicados a la investigación de la corrupción y mala praxis dentro del propio cuerpo policial. Bajo el mando del comisario Ted Hastings, y con el apoyo de los agentes Steve Arnott y Kate Fleming, su labor consiste en seguir una compleja línea de investigación tras el asesinato de un confidente de importancia relacionado con la delincuencia organizada y los posibles contactos dentro de la policía. Tras la incorporación al departamento de Steve Arnott, agente proveniente de anti terrorismo, las temporadas irán conformando una elaborada red de corrupción interna en la que poco a poco tendrán que ir adentrándose los agentes del OC-12.
Los productores y creadores de la serie van aportando poco a poco y temporada a temporada, las claves y los interrogantes a tan compleja estructura policiaca. Para ello, presentan en cada temporada un caso particular en el que el OC-12 investiga a un determinado miembro de la policía sobre el que hay sospechas de corrupción. En su lento y arduo trabajo, los agentes van ensamblando pruebas, enlaces y contactos que llevan a una misma pero esquiva conclusión. Esta compleja red argumental va creciendo conforme avanza al serie, construyendo una trama casi piramidal a lo largo de la cual los protagonistas no solo atan cabos, sino que también, en algunos momentos, pasan a ser sospechosos, en una lucha interna por desenmascarar a la cúpula delictiva. Desde luego, nos encontramos con una elaborado trabajo de guion y producción que aporta a la serie un alto componente de suspense del que es difícil desembarazarse.
Por supuesto, no solo de investigación policial se surte la serie, sino que además van surgiendo varios problemas y relaciones personales entre los protagonistas, lo que aporta cierta complejidad y humanidad a su vida profesional, hasta complicar, en algunos casos, sobremanera, las tramas policiales. Conforme avanza la serie el propio Hastings estará en el punto de mira de sus subordinados, quienes en algún momento ven su vida en peligro. Pero no voy a desvelar nada que pueda estropear las trama y recovecos, para quien quiera comenzar a ver la serie. Resultan muy impresionantes los concienzudos interrogatorios que, a lo largo de las temporadas, proponen una exhaustiva y no siempre productiva presentación de pruebas frente al sospechoso de turno. Estas escenas calculadas milimétricamente conforman buena parte de la estructura dramática de las tramas planteadas, demostrando lo bien que se trabaja el guion y cada uno de sus detalles y rinconesque esconde. Resulta muy difícil encontrar flecos sueltos. Nos encontramos con un modelo de serie de true crimen en el que la consecución de las temporadas quieren dar la impresión de que se basan en hechos reales, sobre los que los guionistas han construido una sólida historia llena de crímenes, investigación y corrupción policial. Por cierto, la serie no se ha cerrado todavía y ya se está trabajando en la séptima temporada.
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