Con este número publicado en octubre y dedicado a los sitios de Zaragoza de 1808 y 1809, Desperta Ferro en su linea dedicada a la Historia Moderna, afronta los dos asedios que sufrió la capital maña y que contribuyeron a la creación del mito de la irreductible resistencia frente al invasor francés. Sus artículos ahondan en sendas campañas, los terribles combates en las calles de la ciudad y sus consecuencias, entre las que se encuentran no solo la destrucción de gran parte de la ciudad y del patrimonio histórico zaragozano, sino sobre todo la ingente pérdida de vidas humanas, especialmente en el definitivo sitio de 1809.
Comienza este número poniéndonos al lector al día sobre la situación política, social y militar de Zaragoza. Las aspiraciones de renovación flotaban en el aire de una ciudad grande pero de provincias, en la que las contradicciones ideológicas y de clase evolucionaron hacia el enfrentamiento a la situación del país, donde los franceses comenzaban a copar instituciones y gobierno frente la inestabilidad de Madrid y sus representantes. Palafox y unos cuantos más personajes hacen acto de presencia en el preciso momento en que la capital inicia su levantamiento y la insurrección frente al francés se instituye en España. Dos sitios dos, tuvieron lugar entre 1808 y 1809. Para el primero Desperta Ferro ocupa un artículo y para el segundo un par de ellos. Ambos están acompañados de sendos planos de la ciudad indicando barrios calles, posiciones francesas y españolas, así como los avances y contraataques de ambos contendientes. Como bien indica el primero de ellos, el sitio de 1808 estaba destinado al fracaso por dos razones. Una por el escaso número de tropas empeñadas en el mismo. Dos, por el hecho de no bloquear la ribera norte del río, lugar por donde Zaragoza recibía ayuda del exterior. A pesar de que la ciudad no estaba amurallada ni atrincherada en su exterior de manera expresa, los franceses tuvieron que retirarse. No así en el segundo intento, ya con un buen número de tropas, con una gestión del asedio dirigido a su completo logro y sobre todo, el acertado bloqueo de la ciudad. En el segundo artículo del sitio de 1809, referencia los sangrientos combates a muerte entre atacantes y defensores, calle a cale, casa a casa y habitación a habitación.
Tres artículos más terminan por completar este número definiendo varios factores que hicieron de estos asedios tan conocidos a nivel europeo. Por un lado las diferentes publicaciones realizadas por combatientes franceses y polacos al respecto, sobre todo, del primer sitio. Muchas de estas memorias engrandecían la increíble defensa de civiles de la ciudad, elevando casi a términos de mito los hechos que allí acaecieron en ambos años. Un segundo artículo aborda los intentos que se realizaron por ayudar a la ciudad durante el asedio de 1809 y los movimientos franceses por evitarlos. Y por último, otro no menos importante artículo dedicado a dos de los grandes enemigos que asolaron Zaragoza además de los franceses: el hambre y el tifus, desencadenantes de un gran número de bajas en el bando español. En definitiva un número que realiza un imponente esfuerzo por mostrar al lector, a nivel de artículos, planos e ilustraciones, para hacer comprender las características que definieron ambos asedios y el porqué de la memoria histórica de ambas fechas en el ideario español de la Guerra de la Independencia.