Seis son ya las entregas cinematográficas de la saga Misión Imposible, recuperada para la pantalla grande de la mano de Brian de Palma allá por 1996. Y todas ellas protagonizadas y lideradas por Tom Cruise, un actor que con el tiempo, ha sabido controlar y moldear tanto su interpretación como su buena forma física, para lograr, con 56 años, seguir formando parte de un producto que en sus dos últimas entregas, ha ido a más, llegando a niveles de acción, entretenimiento y sorpresa de altísimo voltaje. Y lo digo, porque desde luego la que hoy reseño, "Misión imposible: Fallout", ha copado mis expectativas. No solo lo ha conseguido en el apartado de lo que se espera que tiene que dar una película que aspira a ser puro taquillazo, sino que además, el director de estas dos últimas entregas a las que me refería, Christopher McQuarrie, ha ahondado en la humanidad del personaje, logrando que el espectador intuya las debilidades, dilemas y dudas que se ciernen sobre él a la hora de tomar decisiones en la resolución de sus misiones y responsabilidades personales. Y todo ello sin dejar de sorprender al público con montajes increíbles, escenas magníficamente diseñadas y secuencias llenas de dinamismo, todas ellas enmarcadas en los más bellos y sorprendentes escenarios.
En este caso la misión lleva a Hunt y a su equipo a intentar localizar y recuperar tres cabezas de plutonio robadas, con las que pretenden hacerse un grupo de terroristas llamado Los Apóstoles, con el objeto de cambiar el curso de la humanidad. Así, a primera vista, parece una trama sin mayores complicaciones, Sin embargo la reaparición de Solomon Lane, jefe de El Sindicato y enemigo de Hunt en la anterior entrega, así como la intervención de la CIA, de la mano del agente Walker, más la reaparición, por otro lado esperadísima, de Ilsa Faust, en su papel de miembro del MI6, e incluso la presentación de una enigmática mujer llamada Viuda Blanca, una intermediaria en asuntos de contrabando y alta delincuencia, y un personaje de peso, que sin duda ha dejado su huella en esta entrega, complica, y no sabéis de qué manera, la trama y la misión casi suicida de Hunt y sus amigos.
Sin entrar en más detalles, sí que me gustaría realizar algunos comentarios que me han llamado la atención de este entrega. Por un lado la presencia del dilema como nexo de unión y piedra de toque dramática de toda la película. El dilema como decisión a la hora de decidir que es lo más importante en un momento dado, si la salvaguarda de un ser querido o la seguridad de la humanidad, o el peso del bien común por encima el bien propio, e incluso el sacrificio ante la adversidad. Pero sobre todo el matiz del paso el tiempo, es algo que hace mella en Hunt, especialmente en su lado más psicológico. Desde aquella tercera entrega en la que Hunt se enamora de Julia, las fases vitales en su carrera le han exigido sacrificio y no poco sufrimiento, casi a la par de las ocasiones en las que se ha jugado la vida en cada una de las increíbles misiones que decide liderar. Esto le pasa factura y sus pesadillas más sentidas se repiten y se acercan peligrosamente a la realidad. Y es esto precisamente lo que ha conseguido el director McQuarrie. Humanizar al personaje, hacerle dudar y ante todo, plantearle la severa condición de elegir. Todo un logro en una película, que además, no da apenas descanso al espectador, entre tiroteos, persecuciones, carreras en moto y coche por París y Londres, y que bajo la batuta de su director, aprovecha cualquier resquicio para conducir al espectador en las líneas de la misión, sin perder de vista el factor humano y el dilema de Hunt en la resolución de su misión y su vida.
Respecto a los actores, poco que decir del protagonista, auténtico artífice de la que puede considerarse su propia y personal saga. De los compañeros de siempre, ésta vez solo Simon Pegg y Ving Rhames acompañan al agente del FIM, aportando el toque de un humor sin excesos, pero siempre acertado. Rebecca Ferguson se ganó con creces un hueco en la saga tras la anterior entrega y repite con su clásica y bella elegancia. Algo que sucede también con el villano y líder de El Sindicato, Solomon Lane, interpretado por un magnífico y enigmático Sean Harris, del que valoro que no represente al típico villano al que le sobran las palabras en la tendencia de poner en boca de estos papeles largos discursos vacuos, que solo consiguen hacer perder el tiempo al espectador. Sean Harris en su silencio y mirada es tan contundente como con su sola presencia. Henry Cavill en el papel del rocoso y bastante hierático agente de la CIA, resulta presencialmente poderoso, pero a nivel interpretativo, no me ha dicho gran cosa, la verdad. Quien si que me ha sorprendido gratamente ha sido Vanessa Kirby en el papel de la enigmática intermediaria llamada Viuda Blanca, aportando misterio y belleza, en un papel que no estaría nada mal repitiera en una nueva entrega, si la hubiera.
Por lo demás, como acabo de decir, espectaculares y perfectamente coreografiadas todas y cada una de las escenas de acción de la película, que la verdad no son pocas. Tanto las peleas físicas, muy duras y bien coordinadas, como las correrías encima de una moto o en un viejo BMW por París, increíblemente elaboradas, o la persecución encima de los tejados de Londres con el Támesis de escenario, copan cualquier pretensión de disfrute y entretenimiento para los aficionados al género. El montaje resulta contundente y milimétrico, especialmente sabiendo que gran parte de las escenas peligrosas, hasta cierto punto, están interpretadas por el propio Cruise. La banda sonora compuesta por Lorne Blafe es otro acierto más. Sin abandonar la melodía original de la saga, la partitura del creador de la bso de la serie "The Crown", amplía con elocuencia el espectro musical y ambiental de la película, de tal manera que escuchándola no atisbas la típica repetición melódica de una película de acción, sino que los matices, según las escenas, ofrecen una textura y riqueza musical muy atractiva.
En definitiva una gozada de producción, tan entretenida como adictiva, que nos trae recuerdos de la primera película de Brian de Palma y continua el buen hacer de la anterior entrega, Nación Secreta en la ligazón de una trama que une a la perfección las dos últimas producciones, a la espera de su próxima continuación. Porque "Misión imposible: Fallout" ha dejado demasiadas puertas abiertas, como para dejarnos de ésta manera. Ya veremos si la edad y las ganas, hacen que Cruise reinvente el personaje en vistas a una no muy lejana y gloriosa jubilación como agente de la FIM.