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martes, 27 de enero de 2015

"Birdman"

A estas alturas referir el argumento de la última película de Alejandro González Iñárritu, sería repetirme sobre algo que en los medios se ha explicado hasta la saciedad. Sin embargo no puedo dejar pasar la ocasión y plantearlo desde mi punto de vista. La trama gira alrededor de un montaje teatral en Broadway, durante los días previos a su estreno. Particularmente se refiere a los tres o cuatro días en los que el grupo de actores realiza las actuaciones de preestreno, donde se liman, los últimos detalles de la obra. Su director y actor principal, es un actor de cine, que interpretó con bastante éxito el personaje de un superhéroe llamado Birdman. El desarrollo de las horas tensas previos al estreno general, así como el peso que soporta el personaje interpretado por Michael Keaton, bajo la rémora y el recuerdo de su interpretación del hombre-pájaro, serán el núcleo dramático de esta fenomenal película.
Nos enfrentamos con un film totalmente actoral, donde el peso y la fuerza de la historia se fundamenta en una serie de magníficas interpretaciones, asentadas en una filmación por parte del director, llena de primeros planos y un falso plano secuencia continuo, que acompaña a los protagonistas a lo largo de las dos horas de metraje. Poco o nada se escapa al espectador, enfrentado a unos diálogos cara a cara de los actores, que no dejan espacio a la mediocridad, ni siquiera a una banal interpretación. La cámara no engaña o engaña poco, y como si fuera una obra teatral, los actores y actrices desnudan sus papeles directamente frente al espectador de manera notable. Keaton, protagonista absoluto, enmarca su personaje con una amplia gama de colores, deambulando entre el drama más trágico y detalles de alta comedia irónica. Su hija en la pantalla, bajo el rostro de Emma Stone, construye muy bien el típico papel de hija rebelde pero fiel. Edward Norton, en un año prolífico en papeles de calidad, interpreta al actor salvador de la obra, famoso, divo, estrafalario, que equilibra y desequilibra a nuestro protagonista, y que realiza una actuación redonda y teatral, en el buen sentido de la palabra. Complementando este grandísimo trío, les acompañan Naomi Watts, Andrea Riseborough, Lindsay Duncan, Zack Galifianakis y Amy Ryan. Sin duda, los diálogos, conforman parte de un estupendo guión y comportan el peso específico de la película.
No puedo dejar de referirme al aspecto técnico. A pesar de parecer una película sin más aspiraciones que obtener buenos diálogos junto a una historia interesante, hay que mencionar el estupendo trabajo de fotografía y montaje. El 80% del film se desarrolla en los camerinos del teatro. La iluminación, los encuadres, la visibilidad que nos prestan las cámaras, consiguen que el propio espectador se integre en lo que sucede entre bambalinas, como si fuéramos testigos directos de cada plano. Se acompaña de un plano secuencia continuo que persigue e interelaciona a los actores y actrices a lo largo de la película, dando continuidad a las escenas. Esto se desarrolla también en los exteriores, tanto en las maravillosas escenas grabadas en el ático del teatro, como las escasas pero impactantes escenas en las calles de Nueva York, en las que el director aporta generosos travellings, que quedarán en mi memoria durante mucho tiempo. 
Ahora, y tras comentar los aspectos, en mi opinión, más importantes de la película, es cuando trataré sobre la aparición de Birdman, del personaje creado años atrás por Keaton en el cine y que interactúa durante la película con el actor-director de la obra de teatro. Esta metáfora cinematográfica, encarna la lucha del protagonista por superar su pasado y dedicarse a la creación teatral, depojándose de algo, que en su opinión lastra su carrera interpretativa. Inárritu decide tomarse al pie de la letra esta intromisión física continua del héroe, personalizando las dudas, miedos y cavilaciones de Keaton, frente al estreno de la obra y al resultado de la misma frente al público y sobre todo, la crítica. Y definitivamente, la aparición del personaje cinematográfico de Birdman es un acierto. Entiendo que provoque reacciones de todo tipo en el espectador, pero sobre todo, logra transmitir esa dualidad entre un pasado cinematográfico basado en un héroe de acción, frente a la intención superior de Keaton por crear un producto propio, real y teatral. Una notable metáfora que encuentra su guinda en un final diferente, abierto y en mi opinión, especialmente acertado.
Será definida como comedia o drama, pero el experimento realizado por Iñárritu, funciona. Un guión medido y lleno de espléndidos diálogos, interpretados por un plantel de buenos actores y actrices, junto a unos complementos técnicos cuidadísimos, conjuntan una obra llena de profundidad, emociones y mucha personalidad. Bravo.

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