Coincidimos todos en que David Cronenberg no es un director al gusto del público en general, por lo menos hasta el año 2005, en el que dirigió la película que hoy reseño. De gustos excéntricos, guiones complicados y retorcidos, este director, sorprendió a propios y extraños con un film, diferente a sus anteriores trabajos, más accesible y a primera vista muchísimo más humano y cercano, a pesar de su complejidad, basado en los sentimientos y contradicciones de los personajes presentados.
La historia nos presenta a una familia de Indiana, que lleva una vida de lo más normal. El marido regenta un bar, que un día es atracado, pero su actuación rápida y sorprendente, termina en un baño de sangre. Convertido en un héroe, su imagen sale en televisión y prensa, desvirtuando la vida de la familia. Un día, el marido recibe la visita de un hombre inquietante y misterioso, que le llama por otro nombre y le pregunta por una vida diferente a la que lleva en el pueblo, una vida anterior. A partir de esto, los acontecimientos se suceden con gran velocidad, desequilibrando la convivencia de la pareja y el estado emocional de los hijos. La confianza del matrimonio comienza a hacer aguas y secretos pasados van surgiendo, hasta que la situación provoca un salida inevitable.
El director sabe conjugar un guión seco, directo, sin trampas, con unos actores de primera, como son Viggo Mortensen, Ed Harris y William Hurt y un montaje equilibrado y modélico. Sin grandes artificios ni grandilocuencias, Cronenberg nos traslada una historia de huidas y reencuentros, en los que el personaje de Mortensen, se ve atrapado entre su propia realidad, de la que no puede escapar y su actual vida, que no quiere perder. Pero los acontecimientos, se apoderan del presente y su propia mujer, interpretada por una justita María Bello, duda de la propia autenticidad de su plácida vida en el pueblo y de un marido al que ama.
Cronenbeg consigue construir una obra maestra, una historia de disparos secos, sangre real y violencia pura, sin grandes persecuciones ni tiroteos, pero de una realidad tan creíble, que puede resultar dura para el espectador. Junto con su siguiente película "Promesas del Este", el director logra crear un binomio de películas difícilmente superable, por su crueldad y frialdad narrativa. Sin duda, sus dos trabajos más perfectos y duraderos.
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