El argumento de esta película nos sitúa en la ciudad de Shanghai en el año 1941, en poder de los japoneses desde 1937, como consecuencia de la invasión de China por los soldados del país del sol naciente. Nos encontramos con una historia de espías, en la que un agente americano investiga la desaparición de un compañero. Aparece en escena el movimiento de resistencia chino y cómo no, los invasores japoneses que controlan la ciudad. Todavía Estados Unidos no había entrado en guerra y Shanghai es una especie de ciudad internacional, de libre movimiento para los extranjeros, pero obviamente, con un control férreo japonés sobre los chinos conquistados y la población en general. Además de darse las características de la típica película de corte negro o espionaje, no podía faltar la historia de amor a tres bandas de este tipo de cine de género.
A lo largo de la historia del cine, este argumento se ha repetido en varias ocasiones, dando diferentes resultados en lo que respecta a la calidad de las películas. Desgraciadamente, la que hoy nos ocupa, no estará entre las que quedarán en el recuerdo. En primer lugar, el guión resulta enmarañado, tendiendo a mezclar varias tramas, algunas claramente inexplicables, haciendo que la película resulte pesada y bastante irregular. A esto hay que añadir la mala elección de John Cusack como actor protagonista. Se encuentra perdido en un papel, que en absoluto encaja en su perfil, a lo que hay que añadir la total ausencia de una pretendida tensión sexual con la protagonista, la bellísima Gong Li. Los demás actores, cumplen su cometido sin resaltar sobre la mediocridad de la película.