Nicholas Guild es mundialmente conocido por sus novelas "El Asirio" y "La estrella de sangre". Estas novelas y "El Macedonio" fueron publicadas por Planeta en los años 90 y hasta hace apenas dos o tres años, era imposible encontrarlas en el mercado nacional, localizándolas a precios imposibles en páginas de segunda mano. Hasta que Pàmies Editorial se hizo con sus derechos y las reeditó recientemente. Por esos dimes y diretes, encontré poco después "El Macedonio" en un tienda de viejo por apenas tres euros, con lo que la labor de Pàmies ya se reflejaba en el mercado normalizando los precios desmesurados a lo que llegaron las novelas de este autor.
La verdad es que siempre me ha interesado la figura de este macedonio protagonista de la novela que hoy reseño. Y no se trata de Alejandro el Magno, sino de su padre Filipo II, auténtico puntal en la creación del que será el reino griego preponderante y más conocido en la segunda mitad del siglo IV a.C. Porque Alejandro, heredó un reino hecho y derecho, líder de las polis griegas y, justo en el momento de la muerte de Filipo, presto a conquistar al enemigo número uno de Grecia: la lejana y todopoderosa Persia. Pero para llegar a esta situación, hay que remontarse a la juventud de Filipo II, previo a su ascenso al reinado de una Macedonia, en aquellos años de principios de siglo, presionada por el norte por tribus enemigas, implicada en la guerra entre Atenas y la Alianza Calcídica y en presencia de la entonces invencible Tebas. Y es precisamente a estos años a los que nos traslada la novela de Guild... A la infancia y juventud de Filipo, en los años en que se educó, sobrevivió y descabezó como un líder avezado y puntal de lo que luego sería la gran Macedonia.
El autor nos enfrenta a una Macedonia en la que el viejo Amintas III gobernaba una tierra dura y montañosa, rodeada por diferentes reinos, sobre todo en el norte, y algunos feudos propios pero proclives al levantamiento y la traición. Filipo era el cuarto hijo en la línea de sucesión. Su presencia, aunque en principio de poca importancia, según nos cuenta la novela, vino marcada por lo que algunos consideraron designios divinos. En esa tesitura, Filipo fue en más de una ocasión canjeado como rehén con reinos fronterizos para asegurar débiles alianzas. Estas circunstancias nos presentan a un joven valiente, arriesgado pero inteligente y además tocado por la mano de Atenea, tal como nos presenta Guild en su afán por preponderar la figura del protagonista de la novela. Poco a poco y conforme pasan los años, las luchas de poder y las traiciones, tanto internas como extranjeras, marcarán el futuro de Filipo. Sus viajes a Dardania, Iliria o Tebas, le enseñaron a reaccionar y a explorar con conocimiento la geopolítica y las novedades militares de sus vecinos, lo que le llevaría a situarse en un lugar preponderante en la sucesión en Macedonia, motivada por las guerras, traiciones y veleidades propias de aquel siglo de inestabilidad y lucha por el poder territorial en el norte de Grecia. No solo escudriña su vida en la política de su entorno, sino que también profundiza en sus amores y amistades, algo que también le marcaría en un futuro inmediato.
Nicholas Guild presenta a Filipo ensalzado por su visión de un joven líder, tocado por la suerte, por la divinidad y como no, por su inteligencia innata. Quizás estos factores, deshumanizan en cierta manera al héroe y futuro rey de Macedonia, olvidando la realidad de un personaje, bastante endulzado por el autor. Algo por otro lado no tan extraño en un buen número de novelas históricas. Lo que sucede es que este estilo no termina de objetivizar en el personaje histórico, elevándole a niveles más subjetivos que históricos, aunque lo dirige narrativamente bien, hacia la consecución de su liderazgo en Macedonia. Por lo demás, ensalzar la capacidad el autor al respecto del ritmo, descripciones e historicidad. Lo mejor, la semblanza de aquel reino macedónico, la situación geopolítica del mediados del siglo IV a.C con la preponderancia de Tebas en el cénit de su poder y la presencia de una Atenas imperturbable, además de las frecuentes rencillas entre los reyezuelos locales y las fantásticas descripciones de las batallas, todos ellos factores muy acertados en la novela.
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