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jueves, 1 de febrero de 2018

"Tres anuncios en las afueras"

Sorprende de primeras, cuando uno se acerca a alguna página web dedicada al cine, observar que la película que hoy reseño es una coproducción británico-estadounidense. Su razón de ser está, entre otras cosas, en que el director es británico Martin McDonagh, el cineasta encargado de realizar "Siete psicópatas" y sobre todo la genial "Escondidos en Brujas". Su visión de lo humano, siempre relacionado con extraños vínculos entre diversos, se mantiene como un acertadísimo nexo de unión entre las tramas e interioridades en sus películas dirigidas ahora, en suelo americano. La base es la misma. Una serie de personas, que a raíz de un acontecimiento, toman distintos caminos en los que sus sentimientos y deseos fluyen hasta encontrarse o enfrentarse con los demás personajes de su entorno. Y a pesar del choque de egos e intenciones, siempre sobresale de entre la desgracias algo positivo, a veces tan extraño, como humano.
Milfred Hayes, interpretada por una fantástica y nada estridente Frances McDormand, descubre en una cercana carretera a su casa tres vallados de anuncios, casi destrozados y abandonados. A los días, los alquila y manda colocar mensajes dirigidos a la policía del lugar, echando en cara al jefe Willoughby, encarnado por Woddy Harrelson,  que aún no hayan descubierto al culpable de la violación y asesinato de la hija de Milfred sucedido siete meses antes. El hecho de hacer público sus sentimientos más encontrados por medio de las vallas publicitarias, será el detonante de una serie de acontecimientos que desequilibrará la convivencia de una comunidad, no siempre especialmente tranquila ni pacífica.
No es casual que McDonagh eligiera una pequeña comunidad del estado sureño de Missouri para ambientar esta dura, compleja y terrible historia humana. El racismo, la violencia, así como cierto pueblerismo casi endémico y las complejas relaciones humanas entre los vecinos y familiares, trasladan al espectador el perfecto escenario en el que el director no se corta ni un pelo en meter el dedo en la llaga, transmitir la violación de derechos sociales y sobre todo, llevar al límite el respeto entre sus ciudadanos, los sentimientos y la violencia. Si Milfred representa a una mujer herida y dolida ante la injusticia del asesinato de su hija, el ayudante del sheriff, llamado Dixon y encarnado por Sam Rockwell, encarna la figura más vil y representativa del racismo, la violencia y la prepotencia que algunos hacen uso de su posición autoritaria y policial. Entre ambos, encontramos al sheriff Willoughby, marcado por la impotencia, no solo ante la resolución del caso, sino por el hecho de parecer una grave enfermedad. La tensión de estos personajes y su entorno, ya sea laboral o familiar, se adentra en la sensación de impotencia del ser humano frente a la adversidad y la inevitabilidad de lo que les sucede alrededor. Todos chocan frente a la impotencia y las ganas de intervención, en un mundo que no siempre es justo.
Las heridas tardan en cicatrizar. La capacidad de empatizar, muchas veces clama por su ausencia, avalada por un egoísmo endogámico en el universo de cada uno de los personajes y, todo ello, como sucede en la película, lleva a tomar decisiones, a veces, incomprensibles y extrañas, como si fuera una válvula de escape imposible de controlar. Esto y mucho más, se refleja en "Tres anuncios en las afueras". Un film complejo y confuso, como el estado en el que se encuentran sus protagonistas, donde el entorno les supera, y les hunde, en ocasiones, o les redime, en otras. El uso del humor negro, utilizado en momentos delicados por su crudeza, violencia o insensibilidad, provoca media sonrisa, que aparece, por lo menos en mi caso, con cierto rubor, cierta verguenza. Son situaciones complejas y localizadas en momentos dramáticos. Y sin embargo su uso funciona, y traslada los sentimientos a flor de piel, empatizando con la normalidad de lo que debería ser anormal, y lo extraordinario con lo que desgraciadamente sucede de ordinario. El director lo refleja y plasma con cierto desencanto y tristeza, pero con cercanía y con un cierto aire de regeneración, de resurrección, muy interesante.
Quizás algunas escenas están llevadas al extremo y en una situación normal, se resolverían de una manera más drástica y posiblemente entre rejas pero, como fuerza motriz del guión y gracias a la dirección de McDonagh, alcanzan al espectador donde duele, enfrentándole a la indefensión y a la realidad de una sociedad no tan lejana. La interpretación de los actores, sobre todo en sus tres papeles principales, McDormand, Harrelson y Rockwell es espléndida, como espléndidas son sus actuaciones. El guión funciona, con sus excentricidades y tramas dramáticas, junto a una estupenda fotografía y una bso muy apropiada. En conjunto, una película estimable que, con valentía, analiza y critica una sociedad real, cruel, violenta y muchas veces, tan injusta.