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jueves, 27 de julio de 2017

"La guerra del planeta de los simios"

De nuevo bajo la batuta de Matt Reeves, que ya dirigió en el año 2014 la segunda parte de la trilogía actual dedicada a la supremacía simia en el mundo, se ha estrenado lo que pretende ser el enlace definitivo con la película original estrenada allá por 1968 "El Planeta de los Simios". Tras la anterior película en la que César se convierte definitivamente en líder de los simios inteligentes huidos a la profundidad de los bosques e iniciado el enfrentamiento abierto con los hombres, en declive debido al virus que ha diezmado la población, Reeves plantea al espectador el enfrentamiento definitivo.
Un coronel, encarnado por un histriónico Woody Halrreson, al mando de un cuerpo de élite, busca eliminar a los simios asentados pacíficamente en los bosques. El virus ha mutado y provoca en algunos humanos supervivientes  la desaparición del habla, hecho que hace que el militar apueste por destruir a sus oponentes. Las consecuencias de uno de los ataques hace que César busque un enfrentamiento más directo con el coronel, arrastrando junto a él a sus más viejos y leales compañeros. El encuentro con una niña que ha perdido el habla incluye en la trama la deriva de César entre la consecución de la venganza y la piedad, no solo por su pueblo, sino también por los humanos, que luchan por su supervivencia. La guerra, la esclavización y el poder, amenazan un mundo en el que la humanidad, así conocida hasta entonces, la empatía, el miedo a morir y la supervivencia, provocan que un líder guíe a su pueblo en la búsqueda de la libertad. Interesante la utilización de algunos simios como aliados/siervos de los soldados. Crea una visión acertada de la doblegación de algunos por enfrentarse a sus enemigos en su misma raza.
Reeves apuesta por hacer crecer a César, interpretado físicamente por un portentoso Andy Serkis, en su "humanidad", obligándole a luchar, a decidir, entre su afán de venganza personal o su obligación como líder de un grupo en pugna por vivir en paz, frente al miedo por desaparecer de los humanos, acosados por la enfermedad. El director logra plasmar al espectador de los pensamientos del simio protagonista. En conjunto la película logra su objetivo, pero en algunos momentos cae en la simplicidad dramática de la figura del coronel, enfundado en cierto narcisismo tiránico, disfrazado de la necesidad del ser humano por sobrevivir. Es aquí, y sobre todo en la batalla final bastante ridícula por cierto, donde la película pierde solidez. Aún así debo reconocer que me resulta superior a la anterior, sobre todo en base a unos increíbles efectos especiales y a la magnífica interpretación gestual de Serkis, quien soporta toda la fuerza dramática de la película. Interesante. Por cierto muy chulos los homenajes, que son muchos, a la película original del 68.

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