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martes, 26 de abril de 2016

"Trabajos de amor perdidos" - William Shakespeare

La Fundación Baluarte de Pamplona, junto a Pentacion Espectáculos, Teatros del Canal, Fundación Siglo de Oro y el Shakespeare´s Globe Theatre, aprovechando el 4º centenario de la muerte de William Shakespeare, ha proyectado la producción de la obra de teatro "Trabajos de amor perdidos", que se estrenó en el escenario de Baluarte de Pamplona, este 24 de abril. De esta colaboración ha surgido la presentación de esta comedia de la mano de los directores Tim Hoare y Rodrigo Arribas. 

¿Por qué la colaboración y estreno de Fundación Baluarte de Pamplona? Sobre todo porque, qué mejor que llevar al escenario navarro, una comedia en la que el protagonista es el rey Enrique de Navarra. Se trata del rey de la Navarra de Ultrapuertos de finales siglo XVI, hijo de Juana de Albret, quien tenía una relación de vasallaje con el reino de Francia. Posteriormente, sería rey de Francia por matrimonio. Pero poco o nada tiene que ver la obra de teatro con la realidad de la historia. El libreto de Shakespeare versa sobre la intención del rey y tres de sus caballeros, de retirarse a en su palacio para dedicarse durante tres años al estudio y aprendizaje, además de evitar todo contacto amoroso con el sexo femenino. La visita de la princesa de Francia y sus tres doncellas trastoca semejante juramento, provocando situaciones llenas de comicidad, enredo y amor.
La obra se desarrolla en un escenario decorado con columnas de madera unidas por cordajes, creando una sensación de estructura palacial, bosque o jardín, en el que los actores y actrices, presentan al espectador la comedia al completo. Su presentación resulta sencilla, pero suficientemente práctica para acompañar la representación de la obra. Los actores, liderados por un rey de Navarra encarnado por  Julio Hidalgo, presentaron una actuación entretenida, con una comicidad convincente y una buen hacer en la declamación de los versos y  una buena dicción. Llamo la atención en la interpretación de Jesús Fuente, extraordinario en su monólogo sobre el amor, y en un fantástico y divertidísimo José Ramón Iglesias. Respecto a la parte femenina, resaltar su buen hacer en escena, pero se advirtió cierta falta de volumen a la hora de representar la obra en un escenario grande como el de Baluarte de Pamplona, algo que difícilmente se les puede achacar a las actrices. La Princesa de Francia, encarnada por Alicia Garau resalta por encima de sus compañeras, más que nada por lo jugoso del personaje.
En definitiva, una obra reducida en tiempo con respecto del libreto original, a una duración de dos horas y veinte, que en ningún momento se hizo pesada y en la que el espectador pudo disfrutar de una comedia en la que Shakespeare plantea la importancia del sentimiento del amor frente a la erudición más constreñida, la libertad frente a la reclusión y sobre todo, la presencia de la mujer, más inteligente y sensata que la pasión amorosa del hombre, más impulsivo. Sin duda, una estupenda y divertida experiencia.

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