1945, Harleem, durante el llamado Invierno del Hambre. Una familia vive a orillas del canal, ocupando una de las cuatro casas que se encuentran en línea al camino principal. Una noche y tras oír un tiroteo, aparece en la puerta de una de las casas, un policía colaboracionista nazi, muerto a balazos. A partir de este acontecimiento, la vida del Anton, un niño de 12 años, se verá marcada por los sucesos que acaecieron esa noche. Conforme pasan los años, el niño, se convierte en hombre, y aunque el tiempo pasa, los recuerdos y las consecuencias de aquel hecho, marcarán su vida, sus decisiones y sus pensamientos, sin remedio.
El libro de Harry Mulisch, comienza con el suceso en sí, durante el cual, el autor nos cuenta los acontecimientos y la visión de ellos que tiene el muchacho, durante aquella fatídica noche. Sin embargo, a lo largo de cuatro capítulos más, se recorre la vida de este superviviente, en periodos en los que por diferentes circunstancias, y sin él buscarlo interesadamente, se van esclareciendo los hechos sucedidos en 1945. Conforme Anton, va descubriendo las diferentes versiones del asesinato, el protagonista se va dando cuenta de que las casualidades, lo inevitable, lo inexplicable para aquel crío, no lo es tanto, al vislumbrarlo años después.
El escritor hace una serie de paradas en los años siguientes en la vida del entonces niño. 1952, 1956, 1966 y 1981, son los años que protagonizan los capítulos clave en la vida del protagonista, y todos ellos están marcados por acontecimientos tanto personales, como de actualidad. En las conversaciones en su entorno, se habla de la pérdida de las colonias holandesas, la guerra de Corea, la guerra de Vietnam y como no, la era nuclear en tiempos de Reagan. Curiosamente, la trama le lleva siempre a entrecruzar conversaciones capitalizadas por estos temas, con personas íntimamente ligadas a los últimos años de la 2ª Guerra Mundial en Holanda y principalmente relacionadas con la resistencia holandesa o con el asesinado colaboracionista en aquella noche de 1945. Por diversas casualidades, Anton va desentrañando los hechos, unos hechos que había pretendido enterrar en su memoria y no quería recordar. Sin embargo el destino imparable, encauzará su vida a descubrir las verdaderas causas y los acontecimientos que se dieron alrededor del asesinato sucedido enfrente de casa de sus padres. Le aportarán una visión diferente a la que el conocía, dando paso a la duda, a la verdadera realidad de los sentimientos por los que había sufrido a lo largo de los años, como consecuencia de aquel hecho.
Harry Mulisch otorga a los seres más queridos de Anton, a las personas relacionadas con el atentado, ya sean víctimas o verdugos, el papel de guías, en el camino vital del protagonista. Y lo que quiere demostrar el autor, es que un mismo hecho, puede estar definido por distintos factores, que hacen que en un momento determinado una persona tome un decisión, que aunque justificada para él, pueda ser desconocida e injusta para el semejante. Este es el punto clave de una novela, relatada con sobriedad, en la que Mulisch aúna la historia más reciente de Holanda, desde la 2ª Guerra Mundial, con personajes con mucha hondura y sólidamente construidos, generando una trama muy personal, llena de sentimientos encontrados y memorias olvidadas.
No podemos olvidar, que el sentido de culpabilidad flota constantemente a lo largo de la novela, como recuerdo quizás, del pasado real de la familia del autor. De orígenes judíos, la familia de Mulisch se libró de los campos de internamiento, gracias al trabajo de su padre en un banco alemán. Esta situación incómoda, hace que el autor, juegue desde una clara posición antinazi, en unos términos más centrados en aquellas personas no beligerantes durante la guerra, frente a los que luchaban desde la clandestinidad contra el ocupante nazi y sus colaboradores. El choque de intereses y de las consecuencias inevitables, marcan el devenir de una encomiable novela, que no solo habla de héroes, sino también de las víctimas inevitables y crueles de la lucha en retaguardia. Entretenida, profunda en sentimientos encontrados y con una redacción fluida, Harry Mulisch, uno de los mejores escritores holandeses de postguerra, plantea una realidad tan dura como implacable, en el recuerdo de los últimos años de ocupación nazi en Holanda.
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