Los vikingos y las incursiones en las costas de Europa durante el final de la Alta Edad Media han llevado a escritores, directores de cines y documentalistas, a intentar explicar y contar, las aspiraciones, realidades y misterios de tan salvajes y valerosos navegantes. Pues bien, el último número de Historia Antigua y Medieval de la revista Desperta Ferro, glosa y desglosa la realidad histórica de estos pueblos originarios de Escandinavia, que asolaron y castigaron a los pequeños reinos existentes en Europa, durante los siglos VIII, XI y X, en un principio con intención de hacerse con botín y riquezas, y más tarde con la clara finalidad de asentarse en los diferentes territorios.
La revista comienza con un tema poco estudiado y realmente importante para reconocer el por qué de las incursiones vikingas. Su situación socioeconómica en unos territorios yermos y poco desarrollados, más la realidad hereditaria y las ansias de medrar en poder y riquezas, marcarán el devenir de sus pobladores en su afán de viajar, asolar y definitivamente afincarse en otros territorios allende los mares. Tras esta introducción, y de manera cronológica y geográfica, se explican en varios artículos las fases y localizaciones de las incursiones. Empezando por los primeros contactos en las Islas Británicas en el siglo VIII hasta mediados del IX. Importante y central trabajo el que se refiere a las invasiones vikingas a las Islas en los siglos IX y X, donde los pequeños reinos sajones y britanos lucharán por su pervivencia frente al afán de conquista vikinga. Sin duda este periodo será el origen, bajo los reyes de Wessex y sobre todo con Alfredo el Grande, de la futura unificación en un solo reino. De aquí pasamos a una situación similar en Francia, donde tras la muerte de Carlomagno, diferentes pueblos escandinavos se asentaron en Frisia, Normandía y Bretaña, aprovechando los ríos que penetraban en su territorio. Y como no, pero también con diferentes resultados, las intrusiones en la Península Ibérica, donde su enfrentamiento con los árabes no sería tan favorable como en otros lugares más lejanos, dejando escasa huella, a excepción del noroeste de España. Como complemento a todo ello, artículos de perfil más militar, como los dedicados a la panoplia, firmado por Yeyo Balbás o a las tácticas utilizadas por los diferentes grupos guerreros, se integran en este número.
Valorar sin duda, y mucho en este caso, los estupendos mapas explicativos con las diferentes invasiones, tan ilustrativos como explicativos de una situación geográfica e histórica que facilita, la explicación de un tema tan curioso como clave, para entender la situación de la Europa occidental en aquellos siglos de oscuridad, misticismo y leyenda. Quizás, hecho de menos un artículo sobre el poder naval y los conocimientos marítimos con los que gozaron estos pueblos. Jugoso número bien documentado y acompañado de ilustraciones de gran valor visual, como su página central, obra del ilustrador y artista Matthew Ryan.
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