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jueves, 17 de enero de 2019

"Roma"


¿Es posible que una película en blanco y negro, hablada en español y mixteca, en la que la cámara es mero testigo de la simple y, a la vez compleja, cotidianidad en la vida de una joven mejicana en su vivencia como trabajadora de servicio doméstico de una acomodada familia, logre aunar a espectadores y crítica en calificarla como la película del año? Alfonso Cuarón lo ha conseguido en un ejercicio cinematográfico dirigido a corazón abierto, lleno de sencillez dramática y puro realismo social, ajeno a los artificios que le llevaron a ganar un buen número de premios en su anterior film, "Gravity".
El director nos hace partícipes del desarrollo vital de la protagonista y su entorno, como meros testigos guiados por su visión tras la cámara, en un afán casi introspectivo del deambular en su día a día. La aparente frialdad con la que observa su recorrido personal y la relación con la familia con la que trabaja, puede parecer en un principio aparentemente gélida, intrascendente. Sin embargo conforme avanza la película y sin aparente explicación, el espectador se ve sumido en la trascendencia vital de unos hechos que afectan profundamente en el desarrollo personal de todos ellos.  Poco a poco, las situaciones personales van copando sin premura y con el ritmo pausado, casi anodino, del paso de los días, el desarrollo personal ante los cambios acontecidos. Sus vidas, sin previo aviso, se descalabran, se transmutan en situaciones que aunque aparentemente les puedan cambiar sus vidas, no provocan un cambio radical en su cotidianidad. He aquí el acierto de Cuarón al hacer trascurrir al espectador ante una correlación de hechos tan importantes para sus protagonistas, para terminar demostrando, que aun con todo y a pesar de ellos, la vida sigue, firme en su camino por sumar días, semanas, meses y años, en el día a día de su convivencia.
Tanto la elección del blanco y negro en la filmación, como la grabación en español y mixteca de la cinta, son tan acertadas como inequívocamente y en el fondo, intrascendentes. Es cierto que ambos factores, especialmente el primero, aporta cercanía, profundidad humana y posiblemente un elogio extra a su maravillosa fotografía. Sin embargo he de decir que si la película hubiera sido en color, o incluso muda, carente de diálogos, el film hubiera funcionado al cien por cien igual que en el estado presentado de su estreno. La compleja utilización de la cámara, tanto en sus movimientos hiper estudiados en interiores, especialmente en la casa y en ese estrechísimo garaje, testigo directo de parte de las vivencias en la casa, como en los exteriores donde los campos de profundidad y visión periférica ofrecen planos bellísimos y perfectamente filmados, aportan un plus, un personaje más. Nuestros ojos son testigos directos de la vida de la joven muchacha y su entorno más cercano. Sus travelling por las calles de la ciudad o los planos secuencias en el hospital y los almacenes, son de antología.

"Roma" puede no ser una película sencilla de ver para cierto perfil de espectadores. Su narrativa aparentemente plana, pero profundamente humana, puede resultar vacua e incluso aburrida a cierto sector de espectadores. Sin embargo, si uno se deja llevar por la dinámica cotidiana de sus escenas, su excelsa fotografía, la naturalidad de sus actrices y la honda humanidad y sencillez aparente de lo que cuenta, del desarrollo vital de los personajes, se termina descubriendo un portentoso ejercicio de retrato social del Méjico de los años setenta. La ambientación resulta demoledora y forma parte, una vez más, del ejercicio de perfección que Cuarón demuestra en sus películas, en las que nada es dejado a la casualidad y donde el visor de sus cámara se convierte, por mera mutación, en nuestros ojos, testigos directos de las historias humanas narradas por el realizador mejicano.