Con cierta sorpresa y no menos cautela recibí la noticia de que la cadena Netflix estaba preparando una serie basada en el personaje de Marvel, Daredevil. Tras la nefasta experiencia que resultó la película de 2003 protagonizada por Ben Afleck y la moda de series de super héroes como Arrow y Flash, no las tenía todas conmigo y esperaba, resignado un producto menor y olvidable.
Sin embargo, conforme la serie fue estrenada y algunos buenos amigos lograron ver sus capítulos, me empezaron a llegar buenas noticias sobre el tratamiento del personaje y su traslado a la pequeña pantalla. En pocos día me hice con la serie y me dispuse a visionarla, no sin cierta visión crítica. No descubro nada si digo que Daredevil, el Diablo Rojo, el protector de Hell´s Kitchen, es mi personaje favorito de la factoría Marvel y además puedo jactarme de tener prácticamente todo lo que se ha publicado sobre él en España. Y realmente tengo que decir que la productora ha acertado con la visión del abogado ciego y la ambientación de su entorno, que sin duda ha tomado prestado lo mejor del universo del cómic. Cuando leí que Jeph Loeb estaba detrás de la producción y que se había tenido en consideración las creaciones de los más distinguidos guionistas de los cómics, como Brian Michael Bendis, Gene Colan, Alex Maalev, David Mazzuccheli, Frank Miller o John Romita Jr y Sr. descubrí, que sin duda alguna, esta serie iba a ser diferente. Y así ha sido.
Daredevil es un super héroe atípico. De niño sufrió un accidente que le dejó ciego, pero provocó que sus sentidos se potenciaran, de tal manera que suplían la visión perdida. Su padre, un correoso pero perdedor boxeador, murió asesinado por no querer amañar una pelea. Esto marcó, el futuro justiciero del joven Matt Murdock, de Daredevil. En la universidad estudió derecho, con el afán de defender con la justicia la injusticias que se cometían en el barrio donde el vive, Hell´s Kitchen en Nueva York. Tras la universidad, abre un despacho de abogados junto a Foggy Nelson y tras conocer a Karen Page, la convierten en su secretaria. Poco a poco, irán descubriendo que en la ciudad y particularmente en su barrio, un poderoso personaje se irá haciendo con el control de las calles. Su nombre Wilson Fisk. Matt, a través de Daredevil, pretenderá que la justicia se haga con la situación, ya que ve que los tribunales y la ley no son suficientes para enfrentarse a la delincuencia y al crimen organizado. La serie, que consta de 13 capítulos, ha logrado trasladar a la pantalla muchas de las facetas del universo de Daredevil. Pero voy a intentar deslindar una cosa de la otra, dedicándome exclusivamente a analizar la serie como tal, como si no conociera al protagonista del cómic. Lo primero de todo, constatar el buen tratamiento de los personajes. Los infiernos propios de los protagonistas, cada uno con su faceta particular profundizan en el pasado y en los miedos presentes que se les presenta a lo largo de la serie. Matt Murdock, juega al despiste, desde su ceguera, para defender junto a su socio Nelson, a débiles e inocentes, paralelamente a su papel de justiciero. Karen Page, desde la inocencia de la persona que cree en las causas perdidas por las que hay que pelear, sufre de su inconsciencia y consecuencias inevitables. Ben Urich, un periodista luchador, debe capear la enfermedad de su mujer con la visión de una ciudad que se resquebraja e incluso, Wilson Fisk, sufre un infierno interior, tras una desdichada infancia, intentando crear una ciudad a su imagen y semejanza, independientemente de los medios empleados.
Sin embargo, conforme la serie fue estrenada y algunos buenos amigos lograron ver sus capítulos, me empezaron a llegar buenas noticias sobre el tratamiento del personaje y su traslado a la pequeña pantalla. En pocos día me hice con la serie y me dispuse a visionarla, no sin cierta visión crítica. No descubro nada si digo que Daredevil, el Diablo Rojo, el protector de Hell´s Kitchen, es mi personaje favorito de la factoría Marvel y además puedo jactarme de tener prácticamente todo lo que se ha publicado sobre él en España. Y realmente tengo que decir que la productora ha acertado con la visión del abogado ciego y la ambientación de su entorno, que sin duda ha tomado prestado lo mejor del universo del cómic. Cuando leí que Jeph Loeb estaba detrás de la producción y que se había tenido en consideración las creaciones de los más distinguidos guionistas de los cómics, como Brian Michael Bendis, Gene Colan, Alex Maalev, David Mazzuccheli, Frank Miller o John Romita Jr y Sr. descubrí, que sin duda alguna, esta serie iba a ser diferente. Y así ha sido.
A esto cabe añadir la capacidad de rodar una historia que nos traslada a una ciudad llena de mafias, suciedad y delincuencia. Con un ritmo bien atemperado, la trama va descubriéndose poco a poco, cruzando historias en las que mientras, se va descubriendo los factores que cimentan la serie, desvelan las personalidades y sus intereses. El guión ensambla con tempo y habilidad un argumento que podría perfectamente sobrevivir sin la estampa del justiciero enmascarado. Precisamente la trayectoria del personaje en Marvel, es la que aporta un toque de atención a la serie, cruzando el género negro más oscuro con la historia del super héroe más humano y cercano del universo Marvel.
Y es aquí donde retomo el paralelismo que se observa entre la serie y el cómic. En primer lugar los personajes están bien planteados, conforme a lo que los guionistas del cómic, han presentado a lo largo de los años en sus creaciones en papel. Daredevil encarnado por Charlie Cox, ha sido una estupenda elección, por físico y capacidad de hacerse con un personaje que se sabe superior, pero que conoce perfectamente sus handicaps, con los que tiene que convivir. Incluso su primer disfraz de justiciero, está ajustado a su interpretación en el cómic. Page, entre su inocencia y lo que vendrá conforme avance la serie, logra ser presentada en pantalla por una convincente Devorah Ann Woll. Elden Henson es quizás el mejor Foggy Nelson que podía imaginar. Fiel a Matt, es un personaje tan cómico como comprometido. Y como no, la presencia de un grandísimo Vincent D´Onofrio. Magistral en su interpretación de Wilson Fisk, plasma a la perfección la complejidad del personaje, con todas sus aristas. Pero es que además, los creadores introducen continuamente figuras secundarias en las tramas del cómic. El socio de Fisk es Leland Owlsley, el mítico Búho. Melvin Potter, sastre de los trajes especiales de Fisk, es Gladiador en los cómics. Uno de los secuaces de la mafia es Tuck Barret un secundario fijo de las historias de Daredevil. Incluso aparece en un capítulo su maestro Stick. Y muchos más. Estos cameos ensalzan la seriedad con la que los creadores de la serie han pretendido trasladar un personaje, vestido de mallas rojas sobre el papel, a la pantalla, logrando crear una serie de corte negro, que ha logrado convertirse, posiblemente en la mejor serie del universo Marvel trasladada a la televisión. En definitiva, un gran acierto, que ya prepara la segunda entrega, ante la meta de no decepcionar a un público amplio y entregado.
Y es aquí donde retomo el paralelismo que se observa entre la serie y el cómic. En primer lugar los personajes están bien planteados, conforme a lo que los guionistas del cómic, han presentado a lo largo de los años en sus creaciones en papel. Daredevil encarnado por Charlie Cox, ha sido una estupenda elección, por físico y capacidad de hacerse con un personaje que se sabe superior, pero que conoce perfectamente sus handicaps, con los que tiene que convivir. Incluso su primer disfraz de justiciero, está ajustado a su interpretación en el cómic. Page, entre su inocencia y lo que vendrá conforme avance la serie, logra ser presentada en pantalla por una convincente Devorah Ann Woll. Elden Henson es quizás el mejor Foggy Nelson que podía imaginar. Fiel a Matt, es un personaje tan cómico como comprometido. Y como no, la presencia de un grandísimo Vincent D´Onofrio. Magistral en su interpretación de Wilson Fisk, plasma a la perfección la complejidad del personaje, con todas sus aristas. Pero es que además, los creadores introducen continuamente figuras secundarias en las tramas del cómic. El socio de Fisk es Leland Owlsley, el mítico Búho. Melvin Potter, sastre de los trajes especiales de Fisk, es Gladiador en los cómics. Uno de los secuaces de la mafia es Tuck Barret un secundario fijo de las historias de Daredevil. Incluso aparece en un capítulo su maestro Stick. Y muchos más. Estos cameos ensalzan la seriedad con la que los creadores de la serie han pretendido trasladar un personaje, vestido de mallas rojas sobre el papel, a la pantalla, logrando crear una serie de corte negro, que ha logrado convertirse, posiblemente en la mejor serie del universo Marvel trasladada a la televisión. En definitiva, un gran acierto, que ya prepara la segunda entrega, ante la meta de no decepcionar a un público amplio y entregado.