Es increíble la cantidad de libros que se han publicado en ocasión del centenario del comienzo de la I Guerra Mundial. Creo que no solo es un reto leerse los tochos que han salido a la venta en estos meses, sino que el primer problema con el que se encuentra el lector, es decidir qué comprar. La gran mayoría de los libros versan sobre la IGM al completo, desde su inicio en 1914 hasta 1918. Pero creo imprescindible, hacerse con algún trabajo que sepa desarrollar los prolegómenos de este conflicto mundial. Dos títulos han llamado mi atención, en este caso. En primer lugar, "Sonámbulos" de Christopher Clark, de la editorial Galaxia Gutenberg, que desarrolla los años previos al conflicto y que ya tengo en mi poder, pero todavía no he leído. Por circunstancias que no vienen a cuento, he disfrutado primero del que hoy reseño, del veterano Max Hastings y publicado por Crítica, que se dedica a narrar, con su estilo tan característico, el primer año en que comienza la IGM. Sin duda, para los aficionados a la lectura histórica, este libro se relaciona directamente con el magnífico "Los cañones de agosto" de Tuchman, completándolo en varios meses, hasta terminar el año 1914.
Como no podía ser menos, Hastings nos introduce en el libro, con una descripción no excesivamente extensa, pero suficiente, en la problemática europea en las fechas previas al comienzo de la guerra. Va desgranando las responsabilidades en el comienzo del conflicto, señalando directamente a la postura expansionista del Imperio Austro-Húngaro y en la presión que sobre éste realizaba Alemania. A partir de la ruptura de las hostilidades entre Austria y Serbia, las fichas de dominó caen sin remedio, llevándose por delante, primero a Rusia, y después a Alemania, Bélgica, Francia y Gran Bretaña. Tras estos inicios, en los que las alianzas y ententes, dan su paso hacia la guerra, otros países satélites decidirán el bando a tomar, hasta convertir el conflicto en mundial.
De manera cronológica, Hastings va describiendo los distintos frentes y movimientos de tropas, tanto en el este como en el oeste de Europa. Desde el primer encuentro, entre Austria y Servia y la participación Rusa en Prusia y Polonia, hasta el gigantesco movimiento pretendidamente envolvente de Alemania en su penetración en Francia. Las batallas de Alsacia y Lorena, Mons, Marne, Tannenberg, Yprés... son protagonistas de las páginas, jalonadas de experiencias y testimonios de soldados y espectadores civiles de los enfrentamientos de cientos de miles de soldados. Precisamente, este es el estilo peculiar del escritor. Intercalar la redacción bien documentada, digamos más oficial del conflicto, con los testimonios recogidos en cartas, periódicos y diarios personales de los verdaderos protagonistas de la contienda: los soldados, oficiales, enfermeras, médicos y civiles, auténticos narradores de las atrocidades y heroicidades que llenan las páginas de este libro. A pesar de lo ilustrativo del estilo, no miento, si digo que en algunos momentos, semejante cantidad de experiencias personales, interrumpen la redacción de lo sucedido en los frentes. Sin embargo, creo que, más que perjudicar el relato de los acontecimientos, consiguen ilustrar y acercar el conflicto al lector, humanizando la lectura.
Queda clara una cosa, y sobre ella trabaja enconadamente el escritor, y esta es, desmitificar ciertos aspectos del año 1914, como lo hace en referencia a la participación de los británicos en las batallas de occidente. No se corta en quitarle cierta importancia a la intervención de la F.E.B (Fuerza Expedicionaria Británica), sobre todo en los frentes de Mons y en el contraataque de Marne. Eso sí, coloca en mejor situación a la tropa, que formará en contadas ocasiones, lo que se ha dado en llamar la Delgada Línea Roja de fuego concentrado de fusilería, frente al descontrol y descoordinación de sus mandos, con pocas excepciones. Resulta terrible su crítica al comandante en jefe Sir John French, mostrando su poca visión del conflicto y las pocas ganas de participar en él, a pesar de las órdenes procedentes de las Islas. Otra situación se daría en Ypres, donde el frente defendido por los de Albión, cobra más importancia y protagonismo. Hastings, presta mucha atención a las líneas británicas, a pesar de que estas ocupan pocos kilómetros de frente y un mínimo de soldados, en comparación con la movilización masiva de los franceses. Seguramente, la visión de un escritor o ensayista francés, sería diferente en un libro parejo. No estaría de más hacerse con alguno, si lo hubiera. Nos daría un enfoque más continental, que tampoco estaría de más.
Al respecto de los Alemanes, a pesar de las críticas dirigidas a sus mandos, no es menos cierto que sus tropas llegaron a escasamente 20 o 30 kilómetros de París. La cuestión decisiva, fue el logro aliado de resistir en retirada el tremendo empuje de los alemanes en dirección a la capital francesa, lo que aprovechó Francia para organizar un ejército de reserva que apoyó el contraataque Franco-Británico. No solo fue el desajuste alemán el que lo llevó a la retirada en Marne, sino que también contó y mucho, el enorme sacrificio, sobre todo francés, en la resistencia frente a la invasión del mes de agosto. Luego la estabilización del Marne y el traslado del frente al norte, en Yprés, conllevó una mejor situación aliada, junto al agotamiento alemán acumulado tras los primeros meses de lucha.
Otro asunto es el frente oriental. Con la excepción de la derrota rusa en Tannenberg, las batallas en Serbia, Galizia y Polonia, son un auténtico desbarajuste, lleno de retiradas y contraataques, en los que la peor parte se la lleva el ejército Austro-Húngaro, que en este primer año no logra vencer en ninguno de sus enfrentamientos. Hasta tal punto es complicado el conjunto de movimientos en este frente, que el propio Hastings se excusa por no poner planos más detallados del conflicto en esta zona, debido a lo enmarañado de tropas, ataques y retiradas.
Entre batalla y batalla, Hastings desarrolla algunos capítulos a título complementarios, donde se enfrenta a la situación de los gobiernos en retaguardia y en general, a la vida de la población civil, durante los últimos meses del 14. La vida en las ciudades, la economía, el bloqueo a Alemania, la prensa, los avances médicos, el uso de caballos y animales de carga... Todo ello tiene su protagonismo en este completo libro.
Secundariamente, el autor desgrana la vida, a veces monótona, en determinados momentos de la guerra, sobre todo en lo que respecta al último mes, donde los frentes se comienzan a estabilizar, y aparecen las trincheras surcando los campos de Francia y Bélgica. Por otra parte, aunque de manera escasa, trata la posición de las Armadas de Alemania y Gran Bretaña.
Concluyendo, un libro completo, que en mi opinión supera al trabajo de Tuchman, en extensión y en su carácter analítico de lo sucedido en la segunda parte de 1914. Nos acerca, no solo de manera general el conflicto, sino también en su ámbito humano y a nivel de la tropa, convirtiendo su desarrollo en un conjunto de decisiones de los mandos jerárquicos, y también como un hecho que conmocionó a la sociedad y su base civil de los países que participaron en la guerra. Completo análisis crítico de los acontecimientos que llevaron al mundo a su IGM.
Como no podía ser menos, Hastings nos introduce en el libro, con una descripción no excesivamente extensa, pero suficiente, en la problemática europea en las fechas previas al comienzo de la guerra. Va desgranando las responsabilidades en el comienzo del conflicto, señalando directamente a la postura expansionista del Imperio Austro-Húngaro y en la presión que sobre éste realizaba Alemania. A partir de la ruptura de las hostilidades entre Austria y Serbia, las fichas de dominó caen sin remedio, llevándose por delante, primero a Rusia, y después a Alemania, Bélgica, Francia y Gran Bretaña. Tras estos inicios, en los que las alianzas y ententes, dan su paso hacia la guerra, otros países satélites decidirán el bando a tomar, hasta convertir el conflicto en mundial.
De manera cronológica, Hastings va describiendo los distintos frentes y movimientos de tropas, tanto en el este como en el oeste de Europa. Desde el primer encuentro, entre Austria y Servia y la participación Rusa en Prusia y Polonia, hasta el gigantesco movimiento pretendidamente envolvente de Alemania en su penetración en Francia. Las batallas de Alsacia y Lorena, Mons, Marne, Tannenberg, Yprés... son protagonistas de las páginas, jalonadas de experiencias y testimonios de soldados y espectadores civiles de los enfrentamientos de cientos de miles de soldados. Precisamente, este es el estilo peculiar del escritor. Intercalar la redacción bien documentada, digamos más oficial del conflicto, con los testimonios recogidos en cartas, periódicos y diarios personales de los verdaderos protagonistas de la contienda: los soldados, oficiales, enfermeras, médicos y civiles, auténticos narradores de las atrocidades y heroicidades que llenan las páginas de este libro. A pesar de lo ilustrativo del estilo, no miento, si digo que en algunos momentos, semejante cantidad de experiencias personales, interrumpen la redacción de lo sucedido en los frentes. Sin embargo, creo que, más que perjudicar el relato de los acontecimientos, consiguen ilustrar y acercar el conflicto al lector, humanizando la lectura.
Queda clara una cosa, y sobre ella trabaja enconadamente el escritor, y esta es, desmitificar ciertos aspectos del año 1914, como lo hace en referencia a la participación de los británicos en las batallas de occidente. No se corta en quitarle cierta importancia a la intervención de la F.E.B (Fuerza Expedicionaria Británica), sobre todo en los frentes de Mons y en el contraataque de Marne. Eso sí, coloca en mejor situación a la tropa, que formará en contadas ocasiones, lo que se ha dado en llamar la Delgada Línea Roja de fuego concentrado de fusilería, frente al descontrol y descoordinación de sus mandos, con pocas excepciones. Resulta terrible su crítica al comandante en jefe Sir John French, mostrando su poca visión del conflicto y las pocas ganas de participar en él, a pesar de las órdenes procedentes de las Islas. Otra situación se daría en Ypres, donde el frente defendido por los de Albión, cobra más importancia y protagonismo. Hastings, presta mucha atención a las líneas británicas, a pesar de que estas ocupan pocos kilómetros de frente y un mínimo de soldados, en comparación con la movilización masiva de los franceses. Seguramente, la visión de un escritor o ensayista francés, sería diferente en un libro parejo. No estaría de más hacerse con alguno, si lo hubiera. Nos daría un enfoque más continental, que tampoco estaría de más.
Al respecto de los Alemanes, a pesar de las críticas dirigidas a sus mandos, no es menos cierto que sus tropas llegaron a escasamente 20 o 30 kilómetros de París. La cuestión decisiva, fue el logro aliado de resistir en retirada el tremendo empuje de los alemanes en dirección a la capital francesa, lo que aprovechó Francia para organizar un ejército de reserva que apoyó el contraataque Franco-Británico. No solo fue el desajuste alemán el que lo llevó a la retirada en Marne, sino que también contó y mucho, el enorme sacrificio, sobre todo francés, en la resistencia frente a la invasión del mes de agosto. Luego la estabilización del Marne y el traslado del frente al norte, en Yprés, conllevó una mejor situación aliada, junto al agotamiento alemán acumulado tras los primeros meses de lucha.
Otro asunto es el frente oriental. Con la excepción de la derrota rusa en Tannenberg, las batallas en Serbia, Galizia y Polonia, son un auténtico desbarajuste, lleno de retiradas y contraataques, en los que la peor parte se la lleva el ejército Austro-Húngaro, que en este primer año no logra vencer en ninguno de sus enfrentamientos. Hasta tal punto es complicado el conjunto de movimientos en este frente, que el propio Hastings se excusa por no poner planos más detallados del conflicto en esta zona, debido a lo enmarañado de tropas, ataques y retiradas.
Entre batalla y batalla, Hastings desarrolla algunos capítulos a título complementarios, donde se enfrenta a la situación de los gobiernos en retaguardia y en general, a la vida de la población civil, durante los últimos meses del 14. La vida en las ciudades, la economía, el bloqueo a Alemania, la prensa, los avances médicos, el uso de caballos y animales de carga... Todo ello tiene su protagonismo en este completo libro.
Secundariamente, el autor desgrana la vida, a veces monótona, en determinados momentos de la guerra, sobre todo en lo que respecta al último mes, donde los frentes se comienzan a estabilizar, y aparecen las trincheras surcando los campos de Francia y Bélgica. Por otra parte, aunque de manera escasa, trata la posición de las Armadas de Alemania y Gran Bretaña.
Concluyendo, un libro completo, que en mi opinión supera al trabajo de Tuchman, en extensión y en su carácter analítico de lo sucedido en la segunda parte de 1914. Nos acerca, no solo de manera general el conflicto, sino también en su ámbito humano y a nivel de la tropa, convirtiendo su desarrollo en un conjunto de decisiones de los mandos jerárquicos, y también como un hecho que conmocionó a la sociedad y su base civil de los países que participaron en la guerra. Completo análisis crítico de los acontecimientos que llevaron al mundo a su IGM.
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