Hoy comienzo una serie de reseñas sobre lugares que he visitado hace pocos días en tierras de Cataluña. Empezaré por la ciudad de Lérida y puntualmente sobre los dos edificios que se encuentran en la famosa colina que corona la ciudad y que son visibles desde muchos kilometros a la redonda. Nos referimos a la Catedral Vieja y al Castillo del Rey.
La primera se comenzó a construir a principios del siglo XIII, y en ella se aúnan los estilos románico y gótico. Desgraciadamente se utilizó como cuartel militar entre los siglos XVIII y el XX y fue muy castigada. Sin embargo todavía queda la estructura casi completa del complejo y una posterior restauración recuperó el conjunto: la iglesia, incluido su enorme y espectacular claustro, considerado uno de los más grandes de Europa y por supuesto, el campanario, alto, esbelto y que es uno de los emblemas de la ciudad.
Del Castillo del Rey queda solo una cuarta parte del edificio original, que fue construido sobre la antigua alcazaba musulmana. Actualmente la sala original y su muro sur se han completado con una buena rehabilitación y consta de una sala de exposiciones y unas expléndidas vistas de la zona.
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