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lunes, 15 de abril de 2024

"Los asesinos de la luna. Petróleo, dinero, homicidio y la creación del FBI" - David Grann

 
Como me ha sucedido en otras ocasiones, he llegado a la lectura del libro que hoy reseño, tras ver su adaptación cinematográfica. En esta ocasión, me refiero a la producción dirigida por Martin Scorsese y protagonizada por Leonardo DiCaprio, Robert DeNiro y Lily Gladstone, cuya reseña, que escribí y publiqué en su momento, os dejo aquí. Como ya dije en ella, salí de la sala de cine con sensaciones contradictorias, en parte provocadas por la versión que Scorsese había decidido mostrar desde los ojos prioritarios de los protagonistas encarnados por DiCaprio y Lily. Aquella situación mostrada, a mí particularmente, no terminó de gustarme, ya que tal y como creí en su momento, y he corroborado tras la lectura de este libro, no abarca toda la problemática de los asesinatos que tuvieron lugar en el territorio Osage en Oklahoma, en el periodo de entre guerras. Con todo, debo reconocer el inmenso trabajo del director al trasladar esta historia terrorífica a las pantallas de cine y con ello visibilizar unos hechos, espléndidamente analizados en el libro que paso a reseñar.

David Grann, es un reconocido periodista de investigación en The New Yorker. La referencia de su libro Z, la ciudad perdida, también adaptado a la gran pantalla en un fantástico trabajo del director James Gray, es más que suficiente para mostrar su prestigio en la prensa estadounidense, al que se suman artículos, crónicas y premios. Pues bien, el libro que hoy reseño se publicó en 2017 y, como ya sabréis muchos de vosotros, se dedica a investigar la violencia generada y la serie de asesinatos que sufrió la comunidad Osage, como consecuencia de disfrutar de la mayor renta per cápita del mundo gracias a los derechos que tenían sus integrantes sobre el subsuelo en el que vivía la comunidad, una inmensa reserva de petróleo descubierta a mediados de la segunda década del siglo XX. El hecho de su propiedad no significaba el total uso y disfrute del dinero generado por los pozos petrolíferos, ya que la administración estadounidense había decidido que se tenía de valorar previamente la capacidad de los Osage propietarios, para poder manejar ese dinero, por lo que en muchos de los casos, sus miembros necesitaban de la presencia de un tutor, por supuesto de raza blanca, para gestionar aquellos ingentes recursos. Sin embargo, el derecho hereditario pasaba por los descendientes pertenecientes a la propia tribu, haciendo que ese patrimonio quedara siempre dentro de la familia. Todo ello dio paso, tal y como lo explica Grann, a fragrantes casos de corruptela, matrimonios mixtos, patrocinios sospechosos y, finalmente, una serie de casos de desapariciones, muertes sospechosas y asesinatos, localizados entre los integrantes de la tribu Osage.

David Grann realiza un detallado repaso histórico de los orígenes de la presencia Osage en el territorio de Oklahoma, el reparto de las tierras y su gestión. De ahí, pasa a estudiar, de manera ágil y especialmente entretenida, los casos más relevantes, en su opinión, que son precisamente, los que toma como protagonistas Scorsese en su película, narrando los hechos referidos a Molly Burkhart, su familia y allegados, nombres propios que sufrieron violencia y asesinatos, consumados o intentados. Conforme avanza el estudio, con mano firme, el lector es capaz de visualizar con extremada facilidad la situación y los hechos que se suceden en el libro, al paso que Grann presenta los resultados de su investigación, expandiendo los casos a más personajes, hasta mostrar el debido momento de la profunda preocupación mostrada por la administración estadounidense. Esto lleva directamente a enlazar con el nacimiento y evolución de lo que después se llamaría el FBI, en la investigación de uno de sus primeros y más importantes casos, dirigido por el ex Ranger y agente Tom White.

A partir de este momento y hasta la última parte del libro, el autor se preocupa de mostrarnos a este íntegro agente, como el nexo de unión de la investigación, judicialización y cierre de los casos investigados anteriormente a su presencia, con una total falta de diligencia y profundización. El agente, enviado por el mismísimo J. Edgar Hoover, pertenece a una familia dedicada a la ley y el orden, y debe salvar infinidad de obstáculos en su investigación, principalmente por la posición de uno de los sospechosos principales, el ranchero William Hale, quien manejaba infinidad de contactos a niveles muy altos, tanto en la política como en la judicatura del Estado. Grann va desgranado las fases de la investigación de White, sus avances y retrocesos, hasta que consigue llevar a juicio y conseguir una sentencia aceptable para algunos de los inculpados. Lo bueno de esta apasionante crónica transmitida en las páginas de este libro, está en que el periodista no se queda solo con desarrollar y describir los hechos sin más, sino que profundiza en los sentimientos y la deshumanización planteada en este caso que afectó gravemente la nación Osage, en un auténtico territorio del terror. Los casos conocidos claramente por White podrían rondar la treintena, y los que pasaron por tribunales afectaron a la familia de Molly Burkhart y su entorno más cercano, sin embargo, Grann va mucho más allá.

En la última parte del libro, es David Grann quien toma el protagonismo al trasladar al lector alguna de sus últimas entrevistas realizadas a descendientes y miembros de la nación Osage en la actualidad. En ellas, el autor, se ve impelido a mantener algunas investigaciones que, desgraciadamente, demuestran que el número de fallecimientos y casos sospechosos existentes, durante los años veinte e incluso treinta del pasado siglo, hacen que se amplíe en un número considerable los casos relacionados con los hechos delictivos que se acometieron indiscriminadamente sobre integrantes de los Osage. Todo ello demuestra, en opinión del periodista, que los casos no fueron sólo los acometidos por el entorno investigado por White, sino que se dieron muchos más, e incluso anteriormente a estos, y también, alargándose en el tiempo hasta los años treinta. Aquel periodo del terror, como lo reconocen los Osage, todavía arrastra secuelas familiares y sentimentales entre sus miembros.  Todo acabó, cuando aquellos pozos petrolíferos comenzaron a mostrar la escasez de un producto que llevó el terror y el asesinato racial sobre la comunidad que llegó a ser la más rica del mundo, un mundo entonces gobernados por blancos y por personas capaces de lo peor, sin miramientos, sin humanidad y con mucho odio racial... Pero los Osage, tal y como nos muestra Grann, no olvidan y recuerdan a sus ascendientes, con pena, con hambre de justicia y reconocimiento, porque, como dice una vieja anciana Osage, todavía "la sangre clama desde la tierra". 





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