La editorial Desperta Ferro recupera, en este número publicado este verano, el tema del conflicto de Crimea, tras su primer número publicado hace más de un año, en el que se analizó la primera parte de la guerra y su batalla más conocida y conflictiva, Balaclava, En este número, se hace una síntesis sesuda y detallada de lo acontecido alrededor del sitio de Sebastopol, desde septiembre de 1954 hasta la finalización de la guerra.
No coinciden los especialistas en denominar a esta guerra como la primera guerra moderna, pero es innegable que en ella se presentaron una serie de circunstancias, avances y cambios militares, estratégicos y logísticos que renovaron la industria militar y el campo de batalla. De esto trata el primer artículo del número. Desde el uso del vapor y el hierro en las flotas aliadas, pasando por las innovaciones en los fusiles, la presencia de la artillería de sitio, el uso importantísimo del ferrocarril o las mejoras realizadas en el campo médico, conforman solo algunos de los avances que podrían calificarla como la primera guerra moderna. Uno de los graves problemas con el que se encontraron especialmente los aliados, tratado en un segundo artículo, fue el tener que pasar el invierno de 1854-1855 en los alrededores de Sebastopol, en pleno sitio a la ciudad. No solo el frío y las enfermedades provocaron más pérdidas que las propias batallas sufridas, sino que además, la meteorología y las tormentas provocaron no pocos naufragios que negaron a los aliados surtirse de alimentos frescos, ropa de abrigo y otras necesidades acuciantes durante aquellos meses.
Dos grandes artículos abarcan la batalla de Inkerman y los asaltos a Malakoff y el Gran Redán de Sebastopol. Ambos, entran al fondo en la descripción de los detalles alrededor de los movimientos, estrategias, cargas, errores, combates a bayoneta, largas cargas de fusilería y la caída de miles de soldados rusos, franceses y británicas. Como siempre, vienen acompañados de sendos planos que puntualizan a la perfección los movimientos de los aliados y de los defensores de la ciudad. Los encuentros fueron sangrientos, especialmente en Inkerman y en Malakoff. La lucha de oficiales al mando de pequeños grupos de infantería diseminados entre el caos de la batalla ofreció infinidad de momentos y hechos llenos de heroísmo. Si bien en el primer número, creo recordar, se describía la composición, el equipamiento y estructura de las tropas británicas y francesas, es en este que hoy comento, en el que un artículo analiza los mismos factores, además de las debilidades de las fuerzas del zar. La realidad rusa de la inversión de gran número de tropas vigilando las larguísimas fronteras del Imperio Ruso, más la escasez de líneas ferroviarias, o el atraso en armamento, especialmente el de la infantería, así como el grave problema de las levas, deja ver la inferioridad con la que aquel gran país se presentaba ante esta guerra.
Un pequeño pero interesantísimo artículo, el penúltimo antes de cerrar este número, se ocupa de la participación del reino de Saboya en la campaña al lado de los aliados. Con una intención claramente política, el movimiento liderado por Cavour tenía la intención de situar a la futura Italia en la geopolítica internacional, en previsión de la deseada unificación del país. Este fin encontró su recompensa, más a un nivel de posición en el ámbito diplomático que en lo relativo a avances territoriales. Sin embargo, su intervención militar fue más bien aciaga, presentando unas treinta bajas provocadas en hechos militares, frente a los miles de fallecidos debido a las enfermedades que asolaron la zona. Con todo, un discurso político triunfalista y una serie de actos conmemorativos, mantuvieron a la población a ciegas, ante semejante resultado. Es más, Cavour logró acudir al Congreso de París, acontecimiento con el que se cierra el último artículo de la revista. Por supuesto, Francia y Napoleón III lograron posicionar a su país en el centro de la diplomacia europea, apartando a la derrotada Rusia del amplio espectro internacional. Los términos territoriales afectaron en gran parte a la navegación en el Mar Negro y a los territorios anexos a la desembocadura del Danubio, más allá de a la presencia turca en la zona. Sin embargo el contexto en el que se elaboró el congreso y el manejo del tratamiento diplomático entre los países asistentes, sí que renovó y puso las bases de lo que en un futuro marcaría la celebración de las reuniones de alto nivel entre países y sus conversaciones por buscar soluciones y salidas a nuevos conflictos internacionales.
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