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jueves, 11 de junio de 2020

"After life" - Temporada 2

Un año después del estreno de la primera temporada de la serie After Life, Netflix a colocado  no hace mucho en su parrilla la segunda temporada de esta producción dirigida e interpretada por el gran Ricky Gervais. Como recordaréis, aquellos seis capítulos me impresionaron por la dimensión humana y el siempre peculiar, duro y sarcástico humor del comediante británico. Su actuación en la piel de un viudo desesperado y al borde del suicidio, caló en mí de tal manera que esperaba con gran interés la nueva temporada. La verdad, es que sin mostrar nada especialmente nuevo, los seis capítulos siguen la línea de la primera temporada, aunque quizás la serie haya perdido un poco la siempre agradecida y deseada novedad de un estreno.
El personaje de Gervais, Tony, ha vencido el peligro de suicidarse, pero no logra remontar la pérdida de su mujer, lo que le hace situarse en un continuo estado de luto y pena. La compañía de su perro y la presencia de algunos de los personajes que fueron presentados en la temporada inicial, forman parte de su vida, pero no logran suplir la falta de su gran amor, al que llora todas las noches. Con todo, ha decidido tomar una dirección diferente en su relación con su entorno. Su idea es intentar ayudar y empatizar con sus compañeros de trabajo, su cuñado, su amiga prostituta o el bueno del cartero. Por otro lado, sigue visitando a su padre en el geriátrico donde conoció a una enfermera llamada Emma, con la que parecía que podía entablar una relación seria. Sin embargo, una de las tramas de esta temporada es su incapacidad de comprometerse con ella, ante la presencia inamovible de su fallecida esposa. Tony es incapaz de comprometerse, ante lo cual Emma se encuentra ante la disyuntiva de seguir con su vida y pasar de largo. Tony sigue sufriendo y desahogándose con la viuda que conoció en el cementerio, magníficamente interpretada por la ilustre actriz Penélope Wilton, y con la que mantiene una amistad verdadera y casi confesional.
Gervais vuelve a escarbar en el dolor y el recuerdo por el ser amado perdido. Por cierto, esa mujer que no abandona la cabeza ni el corazón del protagonista, y le sigue machacando en sus sentimientos con el visionado de sus vídeos noche tras noche, esta interpretada por Lisa Johnson. El novedoso esfuerzo del protagonista por involucrarse en la vida y ayudar a las personas de su entorno, lo lleva a protagonizar unas golosas conversaciones tomando un café, escuchando las miserias de todos ellos. Con todo, no faltan episodios sino desternillantes, especialmente divertidos, sobre todo en la figura del psicoanalista de su cuñado, o la peculiar familia de su compañero periodista, o el director del club de teatro, o incluso las ocurrencias de su extrovertido cartero. Todo ello se muestra hilvanado en un guión que camina en el peligroso filo de la navaja, entre el sarcasmo de los chistes, fases de humor grueso, las ironías inteligentes del protagonista y la continua presencia del luto de éste en su devaneo con el suicidio. Pero el resultado me sigue pareciendo especialmente poderoso y maravillosamente sesudo. 
Como decía al principio, aunque esta segunda temporada ya no sorprende como la primera, el cabal uso de un guión inteligente y el equilibrio de malabares en la mezcla del humor y la pena, de la risa contenida y la desgracia sobrevenida por el ser perdido, en mi opinión, hace de esta serie uno de los productos más interesantes de la actualidad. Pero cuidado, no es una serie para todos los públicos... Seguro que hay quien no soporte ni su trama ni a su protagonista. Allá cada cual con sus gustos.  

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