El pasado año 2014 se celebró por todo lo alto el centenario del comienzo de la Primera Guerra Mundial. Ensayos de todo tipo, novelas, cuentos, reediciones y todo tipo de libros fueron publicados para rememorar aquel año de infortunio. En Francia, un escritor de novelas policiacas, Pierre Lemaitre, ganó el Premio Goncourt de ese año, con una novela, que enmarca la historia a partir de un puntual hecho acaecido durante los últimos días de la guerra. Parece que con afán de llevar la contraria a todo el mundo, el autor, se fija más en recordar las consecuencias del primer conflicto mundial, que en sus razones y causas.
El autor enmarca la historia alrededor de tres protagonistas indiscutibles. Un oficial y dos soldados franceses. En un primer capítulo escrito con gran maestría y conocimiento de cómo presentar convincentemente al lector una historia, Lemaitre, nos sitúa en el frente, a poco de acabar la guerra, donde un oficial llamado Pradelle, al mando de un ataque a las líneas alemanas, enciende la mecha de unos acontecimientos que precipitan el destino de dos de sus soldados, Maillard y Pericourt. Tras el armisticio, la situación de todos ellos, es bien diferente. Sin embargo, las circunstancias del país de postguerra, sobre todo en lo que se refiere a los muertos, sus familias y su recuerdo, marcarán un devenir común en la vida de los tres protagonistas, en un marco de búsqueda de una salida a su estado físico, social, económico o sentimental.
La novela nos lleva de viaje al París de 1919 y 1920. Tras una guerra que ha arrancado a millones de jóvenes de sus familias y pueblos, el espíritu del país solo concibe homenajear y tratar con honor a todos ellos. En este trasfondo tan sensible para Francia, Pradelle, buscará, primero un matrimonio de fortuna y después, aprovechar la ocasión para llenarse los bolsillos y recuperar la brillantez de su familia venida a menos. Maillard y Pericourt, unidos por el destino, luchan por sobrevivir, uno a su experiencia en la guerra y su sobrevenida miseria, y otro a su físico traumatizado en aquel terrible último ataque. Ambos, con distintos fines, pero con las mismas armas, pretenderán también aprovecharse de la debilidad de un país, deseoso de tributar homenaje a sus caídos en el campo de batalla.
Lemaitre dibuja a la perfección una sociedad que intenta sobrevivir a la terrible herida de la guerra. El olvido de los veteranos y lisiados, producto de graves heridas tanto físicas como psíquicas, frente al gran interés de la sociedad francesa por no olvidar a los caídos, desequilibra la realidad de un país, en el que se abren y cierran fosas mortales a lo largo y ancho de su territorio. Los políticos y empresarios, tanto de grandes ciudades, como de pequeños pueblos, dedican su interés a mantener en la pupila de los que sobrevivieron, el sacrificio de los muertos. Mientras, la pobreza, las secuelas de la guerra, las drogas y la corrupción campan a sus anchas por los capítulos de la novela, protagonizando, por mediación de los protagonistas una historia, solo en parte basada en hechos reales y que perfectamente podría haber sucedido en toda su amplitud en aquellos años de postguerra.
Con un buen uso del tempo, jugando con el suspense hasta la última página y describiendo con total dureza y fidelidad el estado de una nación y sus ciudadanos, Lemaitre logra componer una novela de calidad, en la que desde el primer capítulo, logra embaucar al lector en la lectura sobre la miseria de unos personajes, que no aceptan su realidad, frente a lo que se lanzarán a una aventura de mentiras, desengaños y mucha miseria de espíritu. Ver como los protagonistas deambulan durante los dos años en los que se enmarca la historia, buscando un destino, que algunos no encontrará, refleja el interés del autor en presentarnos las miserias humanas, que fueron producto de una terrible guerra que marcó de devenir de un país.
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