Una joven experta en el uso de la espada samurai, localiza a Logan en las montañas de Canadá. Le envía un antiguo conocido de Lobezno, de la época del final de la 2ª Guerra Mundial, que en el lecho de muerte quiere despedirse de su viejo amigo. Con esta excusa, nuestro protagonista viajará a Japón, donde se enfrentará a samurais y a esbirros de la mafia Yakuza. Tendrá oportunidad de sentir las mismas sensaciones de un humano normal y corriente, cuando, en extrañas circunstancias, comienza a perder sus poderes de mutante. Además su lucha interna por olvidar a Jean Grey/Phoenix y sus nuevos sentimientos por una joven heredera de un imperio tecnológico de Tokio, le crean problemas de sueño.
La dirección de Mangold resulta simplona, totalmente falta de garra y punch. El guión es flojo, tanto que se pierde en una historia llena de contradicciones, agujeros negros y fallos de ritmo. Respecto a los actores, Hugh Jackman cumple su papel, pero da la impresión de que se le está haciendo un poco pesado el personaje y quizás debería ir pensando en dejarlo. Respecto a los demás actores, la intérprete de la mutante llamada Víbora es un elemento decorativo que pasa totalmente desapercibido y las dos protagonistas japonesas cumplen su función de acompañantes en una película aburrida, larga y con mucha acción resuelta con poca gracia y una coreografía muy poco imaginativa. En definitiva, de lo peorcito que he visto últimamente en el universo cinematográfico dedicado a los super héroes del cómic.