Henry Kamen presentó en 2004 esta biografía del III Duque de Alba. El ensayo apenas llega a las 300 páginas a las que se le suman un breve apéndice, varias notas, bibliografía, tres mapas, haciendo un total de 340 páginas. A lo largo de siete capítulos, al autor británico, del que hace años leí su biografía sobre Felipe II, nos desgrana la vida del insigne militar desde su nacimiento en 1507 en tierras de Castilla, hasta su muerte en Lisboa en el año 1582, después de haber servido fielmente a Carlos I y Felipe II.
De familia noble, bien situada en la órbita de los monarcas hispanos y con una gran capacidad de aunar poder, influencias y riqueza, Alba se encuentra en una situación priviligiada desde sus primeros años, por lo que entra al servicio de Carlos I con el ascendiente común de su familia. Sin embargo Kamen recorre estos primeros años en la Corte del Emperador de puntillas, señalando que en todos sus viajes siempre acompaña a Carlos y se encuentra en el círculo más cercano de consejeros, pero sin ahondar en sus decisiones, consejos o haceres. Durante estos primeros años, el Duque es capaz de situar a los miembros de su familia entre las familias más importantes de Europa, sobre todo en Italia, donde el poder de la familia será relevante y, por supuesto, sin olvidar la Corte española.
Será con la abdicación de Carlos I en su hijo Felipe II, cuando la figura de Alba pase a formar parte indisoluble de cada uno de los hechos que sucedan en los territorios bajo el rey hispano, practicamente hasta su muerte en 1582. Desde los diferentes asuntos y tratados con el siempre conflictivo reino de Francia, pasando por los asuntos propios de los territorios italianos dependientes de España, terminando con la adhesión de Portugal al reino de Felipe. Pero donde realmente tuvo importancia y donde sus asuntos determinaron el retrato de hombre duro, militar intransigente y fiel consejero de su rey, fue en los Países Bajos.
Su mano dura a la hora de tratar a los opositores Holandeses, a los que trataba de rebeldes como de herejes y sin reconocer el fondo problema político de la zona, resulta más que problemática, en muchos aspectos, para el gobierno del rey de España. Una serie de decisiones, como el Tribunal de Tumúltos o la aplicación de diferentes impuestos, sobre todo el diezmo, provocaron que lo que en principio fuera una intervención militar pacífica en un país aliado, se convirtiera en una operación militar en la que los Tercios Espñoles, asediaron y batallaron ese territorio duramente el gobierno de Alba.
Sus decisiones y edad, aquejado de continuos achaques y debilidades físicas, provocaron la vuelta a España de un Duque agotado, odiado y deprimido, pero sin haber perdido en España un ápice de poder y renombre. Curiosamente fue un asunto de faldas y el matrimonio celebrado sin permiso real de su hijo Fabrique el que provocó la caída en desgracia de la familia y la salida de la Corte de Alba durante un año, entre 1578 y 1579. Tras este corto exilio se le reclamó para abanderar su última gran campaña militar, la invasión de Portugal y su adhesión a la corona Española.
Durante sus años de carrera militar y política (asunto este último que no le gustaba en demasía), y en los años de reinado de Felipe II, la lucha de poder en el entorno de la Corte en España, pujaba entre los aliados de Alba y sus opositores, marcando la carrera hacia el poder de la que posiblemente sea la familia nobiliaria más importante de la historia de España.
En definitiva un ensayo medido, no muy extenso que nos desgrana la figura de este emblemático personaje. Kamen nos lo presenta como un militar intransigente e implacable, que no siempre estuvo de acuerdo con las decisiones de Felipe II y no dudaba en decírselo, lo que nos apunta la importancia y el ascendiente de Alba. Una figura en la que predominaba la fidelidad casi sagrada hacia la familia, para bien o para mal. Más soldado que político, se endeudó tremendamente en la defensa de su mandato en los Países Bajos. Más adelante los polemistas ingleses y holandeses convertirían al Gobernador en una especie de personaje mítico maléfico, denominándolo servidor del diablo y arquetipo del mal.
La redacción del texto no me ha resultado especialmente amena a pesar de la riqueza vivida y desarrollada por Alba. Pienso que esta no es la biografía referente del gran Duque, aunque es innegable que es capaz de acercarte a su figura, aunque sin lograr reflejar claramente algunos aspectos de su vida, sobre todo en los referente a sus primeros años en la Corte de Carlos I y por supuesto, en su gobierno de los Países Bajos, donde Kamen carga las tintas en la dureza militar del Alba, sin prestar demasiada atención a su labor política, deudora de la mentalidad intervencionista de Felipe II.