La última película del director francés Emmanuel Mouret descansa sobre las interpretaciones de tres magníficas actrices francesas, Camille Cottin, Sara Forestier y India Hair, para mostrar al espectador las dudas, las búsquedas y los desencuentros de estas tres amigas y sus relaciones sentimentales, en un momento de sus vidas, en el que todo se pone en tela de juicio y aparecen ante sus ojos una serie de interrogantes que marcarán su devenir amoroso y, por ende, una serie de enredos vitales. Y lo hace magníficamente gracias a un guion equilibrado, sin abandonar el pilar dramático de su historia, es decir, el amor y las dudas generadas en sus diferentes maneras de mostrarse en las tres protagonistas, sin caer en lo romántico, lo cursi, y potenciando el sentimiento, a veces ofuscado, y otras, apostado y acertado.
Los matrimonios de dos de la protagonistas y la relación de la tercera de ellas, se entrecruzaran en un juego de entuertos, equívocos y traiciones, mostrando tanto la debilidad de la vida en común de las parejas, como la huida de la soledad y el sentido de su existencia, en los vínculos cercanos a los sentimientos amorosos y las relaciones de cariño y sentimientos comunes. Los años de convivencia, tal como indica una de las intérpretes, llevan a situaciones de comodidad, rutina y aparente aburrimiento, lo que hace, en ocasiones, plantearse con cierta profundidad, el acierto de mantener esa convivencia comprometida a lo largo de los años, ya sea por un contrato marital o simplemente por la presencia de los hijos. Esta situación, a veces crítica, es el pistoletazo de salida de un cúmulo de acontecimientos concatenados que, como piezas de dominó cayendo, van provocando una serie de situaciones, algunas divertidas, otras no tanto, que llevan a las protagonistas a tomar una serie de decisiones que, sin saberlo, se revierten entre ellas mismas en un rol entrecruzado de equívocos y casualidades.
Mouret construye una trama de giros y regiros, interesante e inteligente, mostrando con cierto lirismo y mucha naturalidad, los enredos provocados por esas dudas de madurez que, en ocasiones provocan preguntas incómodas, traiciones, situaciones buscadas o no buscadas, a veces aprovechadas o desaprovechadas, pero que siempre juegan con el amor y los sentimientos de quienes forman parte de la historia, en esta ocasión, las tres protagonistas y los hombres que comparten sus vidas con ellas o se cruzan inevitablemente en su camino. El director muestra que a veces estas situaciones son de ida y vuelta, en un juego aventurero que puede llegar a buen fin o simplemente quitar el velo de la duda a quien se pregunta cual es su lugar en su vida, con quien compartirla y si de verdad la está aprovechando. En ese cambalache de idas y venidas, entuertos y equívocos, las tres mujeres muestran sus debilidades y fortalezas en un escenario de comedia comedida y simpática, aun siendo en ocasiones naturalmente cruel, siempre con ese toque del director con el que aporta siempre una salida esperanzadora o un nuevo camino que ilusiona, porque en definitiva, ¿Qué es el amor sino algo que a veces se encuentra, asi sin más, y donde quizás allá que quedarse sin buscar más allá? Y si esto falla, siempre se puede buscar y dejarse llevar por el caprichoso sentimiento buscado.
Mouret ha construido una comedia simpática, realista y natural, de la mano de unos intérpretes de relumbrón dentro del panorama francés, incluyendo, además de las magníficas actrices, a un siempre acertado y magnífico Vincent Macaigne, acompañado de otros actores que encarnan a la perfección el rol indicado por el director. Una delicia de guion y de interpretaciones que merece disfrutarse con una sonrisa en la cara, sin estridencias ni patochadas, siempre en el equilibrio de la elegancia y el buen hacer de la comedia francesa de estilo y clase. Un disfrute, vamos.
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