Guy de la Bédoyére lleva acaparando escaparates de librerías desde hace años, desde que de la mano de la editorial que le publica en España, sacó a la venta títulos tan interesantes como La guardia pretoriana. Ascenso y caída de la escolta imperial de Roma (2017), Domina. Las mujeres que construyeron la Roma imperial (2019) y Gladius. Vivir, luchar y morir en el ejército romano (2021) No hace falta resaltar algo tan obvio como la querencia y el amor que profesa este historiador británico de noble ascendencia francesa, por la antigua Roma y todo lo que se refiera a ella.
Pues bien, el año pasado publicó este ensayo dedicado al significado de ser romano desde los albores de la Republica hasta la época Imperial, a la altura del siglo IV d.C. Esto implica abordar sus gentes desde la misma base social dominada por el pueblo llano, los esclavos y libertos, hasta el entorno más cercano de los emperadores de Roma. Los protagonistas son las personas en general, eso sí, con nombre propio, fuera cual fuese su papel en la vida, por supuesto, implicadas de una u otra manera, en la sociedad romana más cotidiana. Esto conlleva que el autor, versado conocedor de aquella compleja y heterogénea sociedad, afronte la realidad de no pocas contradicciones y detalles borrosos a los que se enfrenta, en cuanto que las fuentes originales y los restos arqueológicos ofrecen una información generalmente parcial, insuficiente y, en ocasiones, controvertida.
El ensayo de divide en quince grandes capítulos en los que reúne diversas situaciones y escenas de la vida social romana, afrontando temas tan dispares como el urbanismo, la mentalidad, la casa y la familia, los esclavos y libertos, la salud, el ocio, la religión o la visión de la muerte. Estos grandes apartados se surten de pequeños y detallados escenarios, centrados en analizar, en base a las fuentes y la arqueología, aquellas características más o menos aceptadas en el concurso de la vida romana, aportando al lector ejemplos reconocidos de las circunstancias a las que se enfrentaron sus ciudadanos ante la vida y la muerte. Este proceso acertado en la narración, ordenada por temario y, dentro de cada capítulo, organizado en base a un cierto orden cronológico, sirve al lector de una solvente guía explicativa para hacerse una idea general de cómo vivían los romanos.
El autor no entra en exceso a analizar el entorno y los porqués de lo que cuenta, sino que más bien realiza un interesante trabajo de recopilación de escenas, citas, inscripciones y restos arqueológicos, que contribuyen a dar una amplia visión de aquella sociedad. Para ello utiliza con acierto, por un lado, las fuentes literarias antiguas de reconocidos autores romanos de la época y, por otro, las huellas pétreas dejadas en edificios, construcciones y un buen número de tumbas, localizadas en Roma, Pompeya, Herculano y Ostia. Si a esto, unimos que incluye un completo glosario, un buen número de notas, bibliografía y un índice alfabético, el lector podrá hacerse, gracias a este ensayo, una idea global de lo que pudo ser la realidad cotidiana de la antigua Roma.
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