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jueves, 3 de abril de 2025

"La reina Margot"

 

Recientemente he tenido la oportunidad de visionar de nuevo en pantalla grande y restaurada por Pathé en 2013, gracias a la Filmoteca Navarra, la película francesa dirigida por Patrice Chéreau, La reina Margot. Recuerdo claramente que a pesar del éxito de público en Europa y de los premios César recibidos y el reconocimiento del premio del jurado en Cannes, fue una película de la que salí bastante desencantado. Sin embargo, conforme he ido revisitándola en televisión, en tres o cuatro ocasiones desde su estreno en 1994, mi parecer ha mutado mucho, hasta esta última ocasión de la que salí entusiasmado de la sala de cine. Cierto es, que además, tuve la oportunidad de disfrutarla en versión original, y como decía, restaurada, algo que en cuestión de imagen y siendo en pantalla grande, supera con creces las copias que había visionado anteriormente. 
La trama se basa en una novela de Alejandro Dumas y se sitúa en los años setenta del siglo XVI. Reina en Francia Carlos IX, un rey débil patrocinado por su madre, la famosa Catalina de Médicis. El país se encuentra en un momento de gran tensión entre católicos y protestantes, conocidos como hugonotes en Francia. Esta situación se ve reflejada en la corte, donde el duque de Guisa, católico, se enfrenta frontalmente al almirante Coligny, protestante y brazo derecho del rey. Catalina, ferviente católica, decide casar a su hija Margot con el borbón Enrique III de Navarra. Esta boda será uno de los detonantes de las graves fricciones que generarán la masacre de la Noche de San Bartolomé contra los protestantes y una larga guerra de religión en la que la dinastía reinante de los Valois, está apunto de ver perder el trono de Francia. Mientras, un joven protestante conoce a Margot en un lance inesperado, surgiendo entre ellos un amor imposible.
Si bien la novela de Dumas tiene un perfil marcadamente romántico, la película de Chéreau, manteniendo aquella trama de la aventura de amor imposible, entre Margot y el joven La Mole, personaje que realmente existió, se ocupa más de los vaivenes políticos, de la figura de la reina Catalina y sus hijos, y la presencia de quien con los años instauraría la dinastía Borbón en Francia, el rey Enrique de Navarra. En base a la novela y teniendo en cuenta que nos encontramos ante una historia ficcionada para la gran pantalla, hay que reconocerle al director su capacidad de mostrar en su película la crispación de una familia, la que gobierna, las diferentes facciones y religiones, y el papel de todas y cada una de las figuras históricas que aparecen en la misma. Apuntar que, uno de los factores que no me convencieron en el primer visionado que hice allá por los años noventa, fue la manera de interpretar de los actores, llamativamente gestual, llevando a lo exagerado los movimientos, las reacciones y su puesta en escena en sus apariciones y diálogos mantenidos. Años después me enteré que el director era principalmente un especialista en teatro, de ahí que insistiera en que sus actores y actrices dramatizaran de más en su interpretaciones. De esta manera todo tiene más sentido. 
Nos encontramos ante una producción en la que la ambientación, el vestuario, las localizaciones y todo lo que corresponde al apartado de diseño, están trabajados al detalle, en su pretensión de mostrar al espectador la máxima fidelidad en la época y periodo histórico en el que se desarrolla la película. Este apartado está realizado con un esfuerzo máximo por atrapar la trama contada y el contexto en el que se sitúa, sin posibilidad de error. Además, tanto las escenas de diálogos como las de acción, rodadas tanto en interior o exterior, están magníficamente fotografiadas, utilizando las luces y sombras con gran acierto. Todo queda perfectamente realizado con un trabajado y concienzudo montaje, nada fácil de gestionar, debido al gran movimiento de personas que el director se empeña en filmar, logrando una especial naturalidad de los movimientos de cámara, engullendo al espectador en cada escena rodada. Hay un gran trabajo de dirección en esta película, que se ve y agradece en cada minuto de su metraje.
Para terminar voy a hablar un poco de los intérpretes, un conjunto heterogéneo de primer orden. La protagonista está encarnada por una bellísima Isabelle Adjani, tan intensa como evocadora en toda la película. Le acompañan, como Enrique un joven Daniel Anteuil, en el papel de Carlos IX un fantástico Jean-Hugues Anglade,  y como Catalina una impresionante Vima Lisi, ganadora en Cannes del premio a la mejor actriz. Por supuesto, como La Mole tenemos a Vincent Pérez, en una interpretación más bien sosa pero muy de moda en aquellos años, un Miguel Bosé, como casi siempre sobre actuado, además de una serie de actores y actrices de cierto renombre en Francia que cierran un plantel que soporta con solidez esta gran producción de época que conforme más veo, como decía antes, más me gusta. Una película a la que el tiempo le ha sentado bastante bien, sobre todo si no tenemos demasiado en cuenta la trama del romance imposible, y mostramos toda nuestra atención en las interpretaciones y el fondo dramático de aquellos convulsos años de una Francia en guerra fratricida. 


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