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jueves, 31 de octubre de 2024

"La sustancia/The substance"

Brutalidad absoluta, de la buena. Brillante y desmedida, inteligente, irreverente y muy, muy loca. Los apelativos y calificativos pueden ser infinitos, yendo de uno a otro de los extremos, pero lo que es innegable es que la película dirigida por la francesa Coralie Fargeat no puede dejar a nadie indiferente. Yo soy de los que opina que estamos ante una de las mejores películas del 2024, por su brillante forma, pero también por su fondo, acaparador de múltiples lecturas, todas tan evocadoras y críticas de nuestra sociedad. Una película llena de extremos y exabruptos pero milimétricamente dirigidos y presentados al espectador, envueltos de un maravilloso, estético y preciosista papel de regalo, especialmente glamuroso y particularmente interesante.
Coralie es una directora con apenas dos largometrajes a sus espaldas, pero suficientemente reconocida por un público, entre el que me encuentro, que ya aplaudió su primer largo en su presentación en el Festival de Sitges de 2017 donde acaparó los galardones a Mejor Dirección y Mejor Dirección Novel con su explosiva Revenge. Ya entonces, su estilo venía marcado por una dirección milimétrica, llena de encuadres perfectos y cierto uso visual del gore y de la presencia de la sangre que convertía su resultado final en un curioso producto equilibrado en cuanto a su estética y la crítica que sobrevuela los hechos que acontecían a su protagonista. Esa estética y crítica, se potencian sobremanera en la película que reseño hoy y que fue presentada este año en el Festival de Cannes, donde se llevó el Premio a Mejor Guion y las alabanzas de un público, entre sorprendido y apasionado por un film que además también ha ganado el Premio del Público en el Festival de Toronto. 
La trama gira alrededor de una estrella del cine y del espectáculo a la que sus productores quieren quitarse de encima, debido a su edad. Ante semejante presión, la bella y madura actriz interpretada por una deslumbrante Demi Moore, recibe un archivo anónimo donde una misteriosa empresa le hace una propuesta que podría asegurarle el éxito más absoluto, a cuenta de ofrecerle obtener lo que ella desea y que ha perdido por el paso de los años. Sin embargo, esta oferta tiene unas reglas que ella debe cumplir de manera estricta. Conforme sus deseos se convierten en realidad y van rebosando con éxito su propio ego y ambición, su personalidad va perdiendo la perspectiva de la realidad de lo que le sucede a su alrededor, mientras pierde el control de aquella experiencia a la que se ha volcado, llevada por su afán por perdurar sea como sea. Añadir que, toda esta aventura personal se desarrolla en un campo muy físico, muy carnal, en una experiencia donde los sentidos juegan un valor tan trepidante y desenfrenado, enfrentando lo bello, bellísimo, con los estrafalario y degradante, en un certero acierto de la directora francesa.
Las dos protagonistas, Demi Moore y Margaret Qualey realizan una extraordinaria interpretación, en la que no se esconde nada, en la que muestran todo lo que pueden dar a todos los niveles, en una muestra de valentía, especialmente en lo que toca a la primera de ellas, en el que puede ser el mejor trabajo de su carrera. Ambas, bellísimas en su correspondiente generación, muestra lo mejor y lo peor de la psicología de aquellas personas que dependen de su físico e imagen para triunfar en un mundo tan machista como devorador de personas. Un Dennis Quaid maravilloso en su papel de ejecutivo histriónico, refleja lo peor de la industria del espectáculo, objetivo crítico, entre otros, de una trama que sondea los deseos y las debilidades de quienes entran en el juego del espectáculo mediático y la exhibición física ante el mundo. Fargeat es capaz de construir con gran solvencia, un micro universo construido y embellecido para satisfacer a un público que no perdona el paso del tiempo y es implacable con quien no es capaz de mantenerse en lo más alto del éxito. Esa máscara de falsedad y belleza es la que lleva a la protagonista a sumergirse en una experiencia tan esperanzadora como peligrosa, en ese juego irreal de luchar contra el paso del tiempo.
Hay que llamar la atención en la presentación visual de la película. La directora se esmera a niveles altísimos, en mostrarnos con gusto y detalle lo más bellos y lo más irreverente y desagradable de ese proceso que sufren las protagonistas, pasando de lo carnalmente erótico a lo degenerativo con tanta facilidad aparente, como es capaz de crear una ambientación y unos escenarios repensados y estéticamente logradísimos. Las imágenes se cuadran a la perfección en un uso impecable de la cámara, especialmente relevante en el escenario del pisazo donde vive la protagonista. Su visión de ese micro universo unido a la realización de las escenas más grotescas y necesitadas de efectos especiales en los que se ha utilizado con acierto más medios artesanales de lo normal, unido la utilización de la cámara que va desde encuadres perfectos hasta la manipulación de la cámara en mano, muestra la enorme capacidad cinematográfica de la directora, auténtica creadora de un universo que ha heredado, conceptos, ideas y miradas de Kubrick o Hitchcock, de personajes literarios como Frankenstein o Dorian Grey y películas como Showgilrs o Eva al desnudo. Ni siquiera su desmedido final lleno de gore y sangre desmerece esta impecable fábula terrorífica construida con un poderoso afán crítico que solo se puede realizar de esta manera brillante, gracias al maravilloso mundo del cine.  




 

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