Andrea Camilleri es reconocido mundialmente por su serie de novelas de género negro protagonizadas por el comisario Salvo Montalbán, llegando a escribir más de treinta historias que han hecho felices a miles de seguidores del género. Sin embargo, Camilleri también ha escrito a lo largo de su carrera, no pocas novelas cuya base está tomada de algún suceso histórico, en las que utilizando un trasfondo localizado en hechos reales fehacientes, ha realizado interesantes y sugerentes experimentos literarios, con los que amplia su universo narrativo, rico en cantidad y sobresaliente en calidad.
Precisamente, hoy reseño uno de esos experimento literarios al que me refería, y que gira alrededor de la relación turbulenta entre Alma, viuda del compositor Gustav Mahler, y Oskar Kokoschka, insigne y, en su momento, discutido pintor expresionista. Ambos mantuvieron un apasionado romance entre los años 1912 y 1914. Tras una historia llena de pasión y sexualidad, Alma abandonó a Oskar acusándole de pretender ejercer un excesivo control en su relación, un hombre que sufría de ataques celos, para ella siempre injustificados. Por supuesto Alma vivía con pasión y libertad una vida enclavada en la bohemia previa a la Gran Guerra y marcada por su multidisciplinar vida social. La pérdida de aquel amor llevó al pintor a presentarse voluntario para partir a la guerra, donde fue herido con cierta gravedad y de la que volvió con un propósito meridianamente claro. Encargar la manufactura de una muñeca de tamaño real, a imagen y semejanza de su examante, para compartir con ella su vida, en un modelo enfermizo y traumático del que participó una sirvienta cómplice y su más estrecho grupo de amistades.
Como indica Camilleri en la introducción al libro, este imprevisible y desasosegante asunto, tenía importantes precedentes en la literatura clásica e, incluso, en ciertos hechos localizados en la historia. El autor señala la tragicomedia Helena de Eurípides, basada en la Palidonia de Estesícoro, en la que es un simulacro de Helena la que marcha a Troya junto a Paris. Por supuesto no olvida la fábula de Pigmalión, en la que un escultor realiza un perfecto simulacro femenino en marfil, ante su disgusto por las mujeres de carne y hueso. También recuerda un relato de Tommaso Landolfi en el que el escritor Gógol convive con un muñeco hinchable a imagen y semejanza de una mujer. Además pone como ejemplo una serie de casos reales a propósito de la existencia de varias muñecas o maniquíes femeninos, para terminar por enlazar directamente con el caso que le ocupa en el extravagante y traumático asunto de Oskar Kokoschka.
Camilleri divide su estudio literario en una serie de capítulos mediante los que estructura su visión de la compleja relación de ambos protagonistas, aportando sus propias versiones, todo ello en base a la correspondencia existente, las notas referidas a las amistades de una y otra parte, y a sus memorias realizadas. En su conjunto y por orden cronológico, presenta al lector el origen, desarrollo y finalización de una relación llena de pasión y violencia, de viajes, fugas y celos, hasta la separación total de la pareja. Tras la Primera Guerra Mundial, Kokoschka decide encargar el famoso y conflictivo simulacro de su amada a una artesana de Munich, con la que se cartea a menudo, en su afán por hacerle llegar las instrucciones necesarias para llevar a cabo con éxito su trabajo, hasta su entrega posterior en la casa del pintor. Es en el siguiente apartado donde se desgrana el día a día compartido con el simulacro, edulcorado debidamente gracias a una mujer del servicio de la casa que ayuda al pintor a creer en el autoengaño recreado. Es aquí cuando Camilleri se introduce en la narración para dar luz sobre su versión personal del siniestro final que aconteció a la muñeca, imagen de la amada perdida, en un ejercicio, primero, de un relato histórico dependiente de la versión del pintor, y en segundo lugar, de la libre y pergeñada visión literaria que el autor siciliano aporta sobre los hechos sucedidos en la última noche de existencia de aquel simulacro que tanto dio que hablar en la sociedad de su tiempo.
El libro que reseño en esta ocasión, es una inteligente experiencia literaria en la que el siciliano aúna un hecho histórico fehaciente, con un tanto de ficción propuesta por el autor, concerniente a esos ámbitos de lo privado que siempre rodean cualquier relación y convivencia vital de quienes protagonizan un relato. Cabe alabar, su capacidad para adentrarse en esos rincones personales en que desarrollan su vidas, deseos, caprichos y sentimientos más privados, quienes son objeto de su atención. Tiene un don, aplicando a sus textos no solo un depurado ejercicio literario, sino también, su característico humor, en ocasiones sarcástico y lleno de humanidad, con el que acompaña su impecable reconstrucción de la época en la que se desarrollan los sucesos, mostrando un perfecto equilibrio entre la vida privada y el contexto social histórico.
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