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jueves, 4 de enero de 2024

"Anatomía de una caída"

Ganadora de la Palma de Oro del Festival de Cannes, la película francesa que hoy reseño se ha colado sorpresivamente entre los pretendientes a los Globos de Oro de este año, con cuatro nominaciones, además de hacerlo en otros premios internacionales. Que un film tan personal, basado básicamente en diálogos que trascienden el objeto principal de la trama y además con un metraje de más de dos horas y media, no solo resulta novedoso sino también ilusionante, en ese juego de premios en los que se medirá a las grandes películas anglosajonas apoyadas de mucho marketing y publicidad.
La trama gira alrededor de un hecho puntual. La muerte de Samuel, un escritor que vive en una casa en las montañas, junto a su esposa Sandra y su joven hijo ciego. Aparentemente fallecido tras una caída de la que nadie parece ser testigo, la investigación llevada por la policía no termina de determinar si la muerte fue debida a un suicidio o a la intervención de terceras personas, por lo que el caso debe pasar por los tribunales para dilucidar las causas de la misma. Esto lleva a la viuda y a su hijo a pasar por los juzgados, en un caso mediático que sacará ante la opinión pública, las interioridades y la vida privada de los protagonistas en un afán, por parte de la fiscalía y la defensa de Sandra, por esclarecer las circunstancias del fallecimiento.
Es en ese ejercicio cinematográfico realizado por el directora Justine Triet, cuando la película va mostrando su clave de suspense en base a las fases en las que Sandra va abriendo su corazón con la intención de salir bien parada del suceso, consiguiendo mantener al espectador pegado a la silla. Lo interesante del film es que la resolución del caso, como pretendido centro de la trama, no es el elemento más importante de la película, sino que sirve como pilar que atrapa al espectador en el camino de espinas protagonizado por madre e hijo, y en el descubrimiento mediático de intimidades, relaciones y asperezas implicadas en el matrimonio, deudor de sucesos pasados y presentes que han marcado su vida de pareja. Este es el auténtico meollo de una película llena de sentimientos, revelaciones y actos de contrición, en donde los elementos jurídicos propuestos por la defensa y la acusación, fuerzan a desnudar situaciones y hechos que deberían quedarse en el ámbito más privado de la pareja.
Triet construye un film personal y directo que, por lo que parece, ha salido de las fronteras del cine europeo para conquistar un cine estadounidense en crisis y con una palpable faltas de ideas. Hay que llamar la atención en la interpretación de una magnífica Sandra Hüller, en el papel de la esposa, y no menor, la actuación del joven Milo Machado, en el que se concentra gran parte del suspense que acompaña la película. Por supuesto, el amplio y trabajado guion es base importante en la que se soporta el film, en especial, en esa idea del uso de la información, en ocasiones descontextualizada, de la que se hace uso a lo largo y ancho del juicio, pretendiendo sustraer la realidad de su vida privada y familiar a quienes protagonizan este íntimo y personal film disfrazado de thriller psicológico. Quizás llame la atención en exceso, la libertad de palabra con la que fiscal y abogado defensor se aprovechan en distintas fases del juicio, asunto que posiblemente, en un juicio real no estaría permitido. Pero bueno, todo sea para aportar instrumentos y golpes de efectos que lidien con los sentimientos y aquellos hechos tan personales que afectan a un matrimonio herido.



 

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