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lunes, 8 de enero de 2024

"A lo lejos" - Hernán Díaz

 
Dos manos salieron del agua y tantearon los bordes del anguloso agujero. Los dedos, valuadores, tardaron unos segundos en escalar las altas paredes de la abertura, que recordaban a los riscos de un cañón en miniatura, y alcanzar la superficie. Una vez sobre el borde, se clavaron en la nieve y tiraron hacia arriba. Apareció la cabeza. El nadador abrió los ojos y miró al frente, hacia la extensión sin horizonte. Tanto su largo cabello blanco como su barba estaban entreverados de mechones pajizos. Ninguno de sus gestos revelaba agitación alguna. Si le faltaba el aliento, el vapor de su respiración resultaba invisible sobre el fondo incoloro. Apoyó los codos y el pecho en la nieve aplastada, y volvió la cabeza.

Con este comienzo, Hernán Díaz, ganador del Premio Pulitzer por su novela Fortuna, presenta al protagonista de un viaje personal y solitario por las llanuras y tierras inexploradas al oeste de la joven nación de los Estados Unidos de América a mediados del siglos XIX. De origen sueco, a Hàkan Söderström se le conocía como Halcón, por cómo se pronunciaba su nombre de pila en su idioma de origen. Tras perder a su hermano mayor en la travesía migratoria hacia Nueva York, este muchacho, sin conocimiento alguno de inglés, se adentra en la inmensidad del continente norteamericano de la mano de una serie de personajes extremos y especialmente llamativos, huyendo de algunos de ellos, aprendiendo a sobrevivir gracias a algunos otros, para terminar por decidir vivir en la soledad más absoluta, bajo la intemperie extrema de los desiertos y las montañas que transita a lo largo de su vida.

Con una prosa trabajada, chispeada de algunos, pocos, diálogos, Díaz realiza un tenebroso viaje de la mano de su protagonista, en el que no escatima rudeza, sangre, miedo, enfermedad, maldad y mucha, mucha soledad. Hakan aprende por necesidad, a subsistir en un mundo lleno de penalidades y sufrimientos, en el camino de búsqueda del hermano perdido, y tropezando con los más curiosos y extremos personajes. Fijaos hasta que punto son extremos, que las consecuencias de compartir con ellos algunos momentos de su existencia, le llevan a buscar con ahínco la soledad del desierto y, por ende, las penurias que conllevan el calor, el frío, las heridas, la enfermedad y la falta de alimento. Sin embargo y a pesar de terminar por alejarse de la civilización, es precisamente gracias a algunos de sus encuentros con esos personajes, por lo que es capaz de sobrevivir gracias a lo mínimo, hasta casi llevarle a la locura.

El autor cuenta con detalle las experiencias extremas del aventurero perdido, un joven que en ningún momento sabe dónde se encuentra, hasta el punto de parecer que disfruta con su creación, llevándole a situaciones en los que la naturaleza le arrastra al límite de la muerte. Sus experiencias con la poca civilización con la que se cruza, le llevan a mantener consigo mismo y su precaria realidad, a una especial y, en ocasiones, conmovedora existencia abocada a pasar días tras días, solo con él mismo. La historia y su protagonista me recuerdan un tanto a personajes literarios de gran enjundia como el Robinson Crusoe de Daniel Defoe o aquel Chaval de Meridiano de sangre de Cormac McCarthy. Supervivientes en un mundo hostil, siempre huyendo, escondidos y obligados a buscarse el alimento y el sustento en un paisaje donde la naturaleza es la reina y señora. Por ahí van un poco los tiros. Hernán Díaz realiza una interesante propuesta literaria, ahondando en el ser humano, en su propia debilidad y humanidad, rodeada de un entorno donde la supervivencia es el fin buscado, en un recuento interminable de los minutos, las horas y los días que acontecen a su alrededor. Novela escrita con calidad, eso sí, merece una lectura pausada.

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