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jueves, 1 de diciembre de 2022

"El prodigio"

 
Una joven enfermera inglesa, veterana de la Guerra de Crimea, es contratada para acudir a un pueblo de la lejana Irlanda y hacerse cargo del cuidado de una niña que tiene sorprendidos a los poderes fácticos de la población. Al parecer, la muchacha lleva cuatro meses sin alimentarse y aparentemente sigue encontrándose en un estado de salud normal. La misión de la enfermera Lib Wright, junto a una moja con la que se turna día y noche, es vigilar que es cierto que la niña no consume alimento alguno. Mientras algunos de esos poderes fácticos piensan que el prodigio se debe a un milagro, otros no dudan en que es mejor asegurarse de la realidad de los hechos, antes de que sus circunstancias comiencen a correr por los alrededores y más allá. Es a partir de este momento cuando surge una relación especial entre la niña y la enfermera, aún más, cuando Wright duda de que lo sucedido se deba a factores divinos.
Sebastián Leio, director de la premiada Una mujer fantástica, se adentra en un género y una época hasta ahora no afrontada en su carrera cinematográfica. Lo hace con paso seguro, dedicando un esfuerzo productivo a la ambientación y al tratamiento de aquella Irlanda de la segunda mitad del siglo XIX, una tierra de páramos y pequeñas poblaciones, llenas de familias malnutridas y dominadas por sus sólidas creencias en la religión católica. En este aspecto, el director chileno logra, en primera instancia, convencer en cuanto a todo lo que se refiere a la forma estética y ambiental de la película. Además, presenta un guion muy interesante en cuanto al tratamiento realizado sobre la trama, llena de sentimientos religiosos y un clima de choque entre las creencias de los habitantes del pueblo y la familia de la niña, con la mentalidad racional de una enfermera con experiencia en una guerra tan dura a nivel de enfermedades como fue la de Crimea. A esto se une el deseo y acierto del director en presentar la película con un ritmo pausado pero firme, en el que los silencios y las miradas forman parte de su guion y del mensaje que logra imprimir en el toma y daca de los personajes de la niña y su cuidadora.
Todo lo dicho, me lleva a comentar el gran trabajo de algunos de los intérpretes de la película, en la que un buen número de secundarios complementan el buen hacer de las intérpretes de los dos personajes principales. Por un lado está la joven  Kila Lord Kassidy encarnado a la niña. Su presencia de debilidad conjuga a la perfección con el desarrollo de su personaje y sus elocuentes silencios que despistan a un espectador ansioso por dirimir si su situación muestra la realidad de sus actos o esconde algo más, algo que se vislumbra entre las paredes de aquella solitaria y humilde casa. Por otro lado, nos encontramos con la seguridad en la actuación y la ya reconocible calidad interpretativa de Florence Pugh, una actriz que no solo actúa siempre con gran seguridad y presencia, sino que además tiene la nada desdeñable virtud de elegir papeles, a los que en general encaja a la perfección. Me pregunto qué será primero, el huevo o la gallina... Creo que estamos ante una de las mejores actrices jóvenes de la actualidad cinematográfica. Su mirada siempre muestra seguridad en su interpretación y su aparente facilidad en sus actuaciones se enfrentan a papeles nada fáciles y siempre complejos. Su capacidad de controlar los silencios, sus paseo por el páramo, su mirada preocupada y siempre vigilante, muestran partes de guion que se intuyen y que dejan ver el acierto de director y de la actriz en combinar sus esfuerzos en esta película aparentemente sencilla, pero que reúne una serie de profundos y sensible temas tan universalmente humanos.
En definitiva, El prodigio es una película que ha aterrizado de manera silenciosa en nuestras pantallas por medio de la plataforma Netflix, y que creo que el boca a boca la va a convertir en uno de los estrenos de este final de año, por el conjunto de factores que he explicado anteriormente. Bien por el director, valiente en adentrarse en una película nada fácil de afrontar, mediante la que logra un resultado sólido en fondo y forma, y que nos ofrece otra magnífica interpretación de Florence Pugh. Muy buena película, muy buena. 


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