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lunes, 2 de mayo de 2022

"Los doce césares. La representación del poder desde el mundo antiguo hasta la actualidad" - Mary Beard

 

Nuevamente encaro la lectura y reseña de un libro escrito por la, para mí, incomparable e irrepetible Mary Beard. De ella he leído Un mundo clásico: Una breve introducción, escrita mano a mano con John Henderson, y su imprescindible S.P.Q.R. Una historia de la antigua Roma, ambas tan entretenidas como altamente interesantes. Pues bien, en este caso y nuevamente en Crítica Editorial, la catedrática británica nos introduce en la Roma de sus amores, pero esta vez desde un punto de vista diferente. Su premisa comienza con la lista de los Doce Césares de Suetonio. A partir de ella, en la que encontramos a Julio César como el primero de la lista, se desgrana un detallado y curioso estudio de las manifestaciones artísticas de las cuales son protagonistas sus pretendidas fisonomías físicas, desde la misma época en la que vivieron y a lo largo de los siglos posteriores. 

Pero la autora antes de afrontarlo, nos avisa y pone en alerta ante un asunto nada baladí. ¿Cómo podemos identificar con seguridad a aquellos césares, si no tenemos pruebas factibles e irrefutables de que aquellos bustos marmóreos son quienes dicen ser y según quienes decidieron en un momento dado de la historia, darles un nombre, el de uno y otro césar, en base a no se sabe qué información o parecido con, por ejemplo, las faces que aparecen en las monedas de la época? A partir de esta premisa, la autora nos lleva de viaje en el tiempo a través de un innumerable conjunto de retratos, imágenes, escenas y paisajes históricos, en el que el juego de la interpretación y la identificación de las facciones y acciones de aquellos doce césares, entra en un embarullado universo de equívocos, falsificaciones, engaños, intercambios y desapariciones acaecidos alrededor de todos y cada uno de ellos.

A lo largo de más de cuatrocientas cincuenta páginas, un buen número de ellas dedicadas a notas y bibliografía, se presenta ante el lector un importante catálogo de obras magníficas, representadas por un importante número de fotografías de gran calidad, en las cuales a lo largo de los siglos, se ha mostrado la fisonomía y escenas más reconocidas de estos conocidos y a veces, injustamente interpretados, doce césares. Todo comienza con los bustos y rostros que, por medio de la arqueología, las copias de épocas posteriores o incluso sus falsificaciones, se han mostrado ante los especialistas para ser identificados. A partir de ahí, y a través de grabados, pinturas, tapices y joyas de orfebrería, Mary Beard nos lleva de la mano alrededor del universo de las cortes europeas en su afán de engalanar palacios y mansiones con colecciones llenas de imágenes de esos sempiternos señores de Roma, desenmascarando un enrevesado juego de interpretación y apropiación de su aspecto. Esto marcará los deseos de manifestar al que viera aquellas obras de arte, a veces engañosamente mostradas, el poder ostentado, las críticas escondidas o, simplemente, la intención de acaparar aquellas obras de arte, por medio de la apariencia y dominio terrenal. 

En cada época, ya sea en el medievo, renacimiento, barroco, clasicismo e incluso en nuestra más cercana actualidad, se manifiestan sus facciones, vestiduras, gestos, escenarios e incluso personalidades, dependiendo del porqué de su representación. Este ensayo, cuyo origen se remonta a una serie de conferencias realizadas por la autora en Washington D.C., necesitaba de una edición especialmente ilustrada, en base a localizar esas imágenes que nos han acompañado siglo a siglo y que nos han llevado a identificar, a veces de manera equívoca, a los doce césares tal y como lo hacemos ahora. Y es por ello, que la obra se sustenta en una edición magníficamente elaborada a base de un buen número de fotografías de calidad, especialmente detalladas de todos aquello que nos cuenta la autora, lo cierto y lo falso, lo presunto y lo verdadero. En definitiva, nos encontramos ante una obra muy interesante mediante la que el autor llega a concebir el objeto de manipulación, a veces casual y otras buscada, en referencia a una imaginería que, a estas alturas, es muy difícil de cambiar. 

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