Este tomo de la editorial Edhasa publicado en su primera edición en el año 2007, incluye las dos novelas dedicadas al mítico Teseo que la británica Mary Renault escribió y publicó en 1958 y 1962. Su intención fue novelar las aventuras y desventuras de Teseo, trasladado desde la tradición y la literatura clásica griega, a una presencia real, humanizada y creíble en la historia de los antiguos griegos de la Edad del Bronce.
En el primero de ellos, titulado El rey debe morir, la autora nos presenta al protagonista, heredero del pequeño reino de Trecén, en su crecimiento desde la creencia de ser el hijo de Poseidón. Sin embargo, al llegar a cierta edad descubre que en realidad es hijo del rey Egeo de Atenas. En el viaje para presentarse ante su padre, se convierte en rey de Eleusis, relegando la antigua religión de aquellas tierras. Una vez presentado como el heredero del reino de Atenas, su valor e inteligencia le llevan a ganar el favor de su pueblo. Sin embargo, la llegada de un barco de Creta, a la que Atenas debe ofrecer todos los años jóvenes de ambos sexos para introducirlos en la tradición y las ceremonias creadas alrededor del mito del toro, hacen que se presente voluntario en un viaje que le marcará para siempre. No solo se convierte en un consumado acróbata, sino que además será amante de la hija del rey Minos y acaudillará una rebelión contra su hijo, Minotauro. De vuelta a Atenas, su amada Ariadna, quedará atrás, en la isla de Naxos, donde regresará a los designios de la religión antigua de la Madre.
La segunda novela recoge a Teseo de vuelta en Atenas. Su amistad con Pirítoo el Lapita le llevará a navegar más allá del Helesponto, hasta la lejana tierra de las amazonas, donde lucha contra Hipólita, venciéndola y convirtiéndola en su amante. Una vez regresado a Atenas, ambos conciben un hijo llamado Hipólito, quien no desea ser rey en su afán por atender a la diosa Artemisa, por lo que Teseo deberá tomar otra esposa llamada Fedra, hija pequeña de Minos de Creta, para unir a su herencia la riqueza de aquella isla. Sin embargo, la desgracia se cernirá sobre su persona, al crearse a su alrededor un ambiente de celos, mentiras y muerte.
Mary Renault presenta un profundo, esclarecedor y bien ambientado universo novelado sobre la figura del personaje mítico de Teseo. Gracias a su consumado conocimiento de la época en la que se localizan los hechos, es capaz de transportar al lector con absoluto dominio, a las praderas de Ática, pasando por el misterioso reino de Minos en Creta, hasta las lejanas tierras oscuras de la Cólquida. En su contumaz esfuerzo por humanizar al personaje, nos adentra en los mitos, las ceremonias y las creencias de una tierra que es testigo de la pugna por sobrevivir, de la religión antigua enfocada en la figura de la Madre y representada por la mujer, frente a la irrupción de nuevos dioses y la figura del hombre en su encumbramiento como rey y unificador de hombres, pueblos y ciudades. En esta situación, Teseo se presenta como una figura rupturista frente a lo antiguo y lo tradicional, bendecido por el don que le ha otorgado Poseidón. A su alrededor reunirá multitud de reinos y hombres.
Desde luego, en las más de setecientas páginas que reúne este tomo, hay momentos álgidos sobre los que merece llamar la atención. Sin ninguna duda, uno de ellos es la presencia de Teseo en Creta. Mary Renault describe con gran detalle como pudo ser la realidad de las ceremonias que rodearon al mito del toro y sus bailarines, alrededor de la figura del rey Minos y el Minotauro. Son magníficas sus descripciones. Por otro lado, el encuentro con la amazona Hipólita y su relación con ella, conforman otro punto álgido de las novelas, mostrando al lector el supuesto el día a día de aquellas mujeres guerreras. Es indudable que, en las páginas de la novela, las mujeres marcan las vivencias de Teseo. No solo me refiero a sus amantes. La figura de su madre es clave en su vida, y también lo es la presencia de diferentes sacerdotisas que se cruzan en su camino y destino, momentos en los que Renault profundiza sin miedo y con acierto, en la creencia y religión de una época tan oscura y mediatizada por la presencia y del poder de la naturaleza en la vida cotidiana de las personas.
No tengo duda al declarar que estas dos novelas conforman el modelo que lo que una novela histórica debe reunir en sus páginas. Novelistas como Mary Renault, Robert Graves, Mika Waltari o Gisbert Haefs, son el ejemplo que debe tomar cualquier escritor que quiera adentrarse en el goloso pero también peligroso universo de un género que desgraciadamente encontramos tan denostado en estos tiempos, en los que cientos y cientos de novelas que salen a la luz cada año. La profundización de los personajes, una ambientación trabajada al milímetro, una recreación creíble y nada ensayística y, sobre todo, la capacidad de trasladar al lector todo lo que rodea a un periodo histórico y sus protagonistas, de manera que se presente integrado en la redacción de la novela sin parecer un texto insertado de la wikipedia, son normas que debiera tener en cuenta cualquier novelista histórico. Y no digo que sea fácil, todo lo contrario, pero el ejemplo de Mary Renault y sus novelas dedicadas a Teseo, da buena cuenta de cual debería ser ese camino.
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