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jueves, 25 de noviembre de 2021

"El último duelo"

 
A principios de este año 2021, la editorial Ático de los Libros lanzó al mercado un curioso libro de no ficción, dedicado a un juicio acontecido allá por finales del siglo XIV en Francia. El caso versaba sobre la acusación de la violación de la esposa del caballero Jean de Carrouges contra su amigo, el escudero Jacques Le Gris. Si bien no he leído aún el libro, cosa que enmendaré no muy tarde, ya que lo tengo ya en mis manos, sé que detrás del estudio de su autor, Eric Jager, hay un profundo y exhaustivo trabajo de las fuentes que documentaron aquel caso en plena Guerra de los Cien Años. 
Pues bien, el bueno del director Ridley Scott, sorprendió a propios y extraños al comunicar que iba a dirigir una película basada en este libro, publicado en 2004 en su país de origen. La sorpresa fue más aún, cuando se descubrió que las personas que iban a adaptar el libro eran, ni más ni menos, que Matt Damon y Ben Afleck, junto a la menos conocida Nicole Holofcener. Estos datos, especialmente el de los guionistas, daban margen a la ilusión, más aún cuando los últimos trabajos de Ridley Scott me han decepcionado repetidamente. Pues bueno, tras ver la película, creo que me he reconciliado con el director, y paso a explicarlo puntualmente.
En este caso, además de poder disfrutar de una, en general, acertada ambientación, y de unos magníficos intérpretes, de los que pasaré luego a comentar, el gran acierto de esta colosal producción es su estructura de guion. Si bien es verdad que no es novedosa en la historia del cine, ni de lejos, sí que aporta un diferente punto de vista respecto a la concepción original del libro en el que se basa, al plasmar en la pantalla la visión del caso que aquí nos sitúa, desde el punto de vista de cada uno de los tres personajes principales de esta cruda historia, tan propia del medievo. Jean Carrouges, Jacques Le Gris y Marguerite de Carrouges, por éste nada inocente orden, protagonizan su versión de cómo vivieron los meses anteriores al hecho de autos, sus sentimientos, su situación familiar y social en un entorno de guerras y conjuras, para ellos, y de servil compromiso en un mundo de hombres, para ella. 
Con este interesante tratamiento, el director y los guionistas nos ponen al día sobre todo lo que acontece alrededor de los tres personajes y la inequívoca mentalidad de una época tan compleja y dura como aquella. Por un lado, está la situación de ambos hombres, en cuanto a su carrera alrededor del conde al que deben pleitesía, además del deseo de ambos por medrar para ser titulares de tierras y feudos. Por otro lado, y ya involucrando a la protagonista, la historia nos acerca a la importancia de los matrimonios y sus consiguientes dotes a la hora de intentar mantener o conseguir un status en una época donde las dan y las toman, dependiendo del señor de turno, la capacidad o no de tener vástagos varones para continuar una línea sólida de sucesión, o hacer valer los derechos sobre tierras y castillos. Y lo que es más importante, nos muestra en toda su crudeza, la compleja posición de la mujer, por muy noble que fuese, en un mundo de hombres. Una mujer que es buscada y traspasada con el fin de hacerse con tierras y títulos, en base a su posición familiar y de su capacidad o no de procrear hijos, por supuesto masculinos. La mujer, más allá de su inteligencia o cultura,  se muestra ante el espectador, como una posesión que va y viene, dependiendo de la particular visión que el hombre de turno, tenga sobre ella: como esposa necesaria para cumplir sus fines como señor feudal o como mero objeto de deseo emboscado en un amor egoísta y meramente físico. 
Para terminar no puedo dejar de comentar el colosal trabajo del trío actoral. De ellos. Jodie Comer, Adam Driver y Matt Damon, debo decir que es éste último el que más me ha sorprendido en el papel de un señor de la guerra, rudo, hosco y belicoso. Está francamente inmenso. Los tres conforman un fantástico trabajo. Quizás se pueda criticar algunas fases del duelo final, en las que la actitud del público e incluso del rey francés recuerdan un tanto a escenas de la sobrevalorada película Gladiator, y la imagen del rey a lo largo del film quizás esté excesivamente estereotipada. Sin embargo, y dejando estos detalles al margen, en esta ocasión, la ambientación llama la atención por su acertada fidelidad de una época, todo ello acompañado de un sonido y montaje de sonido muy efectivo, además de unos paisajes y castillos dignos de la Francia medieval. Todo ello, incluyendo el imprescindible acierto en el guion, conforma un conjunto la mar de interesante, digno de recomendación, y que, en cierta manera, me recuerda al primer e imprescindible film del director, Los Duelistas. Definitivamente, esta película me ha reconciliado con Ridley Scott, que no es poca cosa.









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