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jueves, 29 de abril de 2021

"The French Connection. (Contra el imperio de la droga)"

 

Sin duda una de las películas del año 1971. Fue nominada a ocho permios Oscar, llevándose cinco de ellos: director, película, actor, guion adaptado y montaje, sin duda todos ellos merecidos. La trama es sencilla. A un par de policías de Brooklyn, Nueva York, les llama la atención en un bar, un hombre con un gran fajo de billetes y departiendo con conocidos personajes del hampa de la ciudad. Llevados por la curiosidad y su buen olfato, deciden seguir al tipo. Poco a poco van uniendo las piezas de un rompecabezas que les llevará a investigar un importante alijo de droga que ha entrado en la ciudad recientemente desde el extranjero. 
Hay varios factores que elevan a esta película al olimpo del género de cine negro o policiaco. Desde mi punto de vista, la aportación de Gene Hackman es imprescindible, acompañado de un acertado Roy Scheider. La figura y presencia de Hackman en el papel del policía apodado Popeye, un hombre grandote, perspicaz y un tanto cabezota. Cuando quiere hacer algo lo consigue y es capaz de recorrer media ciudad para atrapar a su presa. Precisamente, algunas de las mejores escenas de la peli, están a la albor policial de la mera vigilancia, magníficamente montadas para la película. El intercambio de los policías en su seguimiento del sospechoso está espléndidamente plasmada filmado en la calles de Nueva York. Los distintos escenarios en los que la policía y los sospechosos, la primera en las vigilancias realizadas y los segundos, en su afán por esquivar esos seguimientos, mantienen al espectador pegado al sillón. Además, esta película cuenta con una de las grandes persecuciones jamás filmadas y, además, protagonizada por el bueno de Popeye.
William Friedkin es un director con una extensa e irregular carrera. En los setenta dio en la diana con esta producción y otras dos especialmente reseñables, El exorcista y A la caza. Curiosamente, más allá de estas, la mediocridad campa en sus películas. Sin embargo, su trabajo detrás de la cámara en The French Connection es francamente estimable, tanto por su capacidad de hacer al espectador partícipe de los movimientos y la investigación de los dos policías, así como por saber mantener la tensión a cada plano en el que se van intuyendo los tejemanejes de los traficantes. Respecto al guion, no puedo decir mucho, ya que no he tenido la oportunidad de leer la novela en la que se basa, algo que, si tengo oportunidad, intentaré solucionar en cuánto pueda. En definitiva, una excelente película que ojalá pudiera revisar en pantalla grande. Creo que por sus escenas y por su ambientación en Nueva York merece un visionado en una sala tradicional de cine.


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