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jueves, 30 de abril de 2020

"Único testigo"

Primera producción norteamericana del director australiano Peter Weir, Único testigo, lanzó su carrera en Hollywood y puso en el punto de mira del gran público a éste director de escasa pero notable producción cinematográfica. Tras dirigir media docena de películas en Australia, entre las que encontramos las encomiables Gallipoli y El año que vivimos peligrosamente, auténticas lanzaderas al estrellato del joven actor Mel Gibson y del propio director, Weir se lanza a la aventura americana de la mano de un notable thriller policiaco y una de las estrella del momento, Harrison Ford.

Un policía es asesinado a sangre fría en los baños de la estación de autobuses de Philadelphia. Un niño de la comunidad amish resulta ser el único testigo, al encontrarse a punto de comenzar un viaje junto a su madre para visitar a unos parientes. Gracias al chaval, John Bock, el inspector a cargo de la investigación, descubre que en el cuerpo de policía de la ciudad hay más de una manzana podrida. Junto a la madre y su hijo se ve obligado a huir y esconderse en el pueblo amish, provocando en la comunidad cierta alerta y curiosidad debido al fuerte contraste cultural y ético/religioso. Mientras, los policías corruptos siguen su pista para desembarazarse de tan perspicaz detective.
Peter Weir se adentra en el género policiaco con una historia no especialmente profunda y compleja. La película ganó aquel año los Premios Oscar a Mejor Guion y Mejor Montaje. Los recovecos y la tramoya que plantea la película funciona bien a nivel de suspense y, como tal, resulta entretenida y solvente dentro del género. Sin embargo, el sello del director, su propio sello personal a la hora de rodar y fotografiar las escenas, así como la elegancia de su cámara, elevan a otro nivel lo que podría haber pasado simplemente como un buen thriller policiaco más de los años ochenta. A esto unimos el gran acierto de acercar al público, con cierto respeto, el curioso y excéntrico universo de los amish, una comunidad religiosa protestante de origen alemán, que por su sencillez y creencias, viven tal y como lo hacían sus antepasados en el siglo XIX. La participación de Harrison Ford, archiconocido por sus interpretaciones en Indiana Jones o Stars Wars, además de la presentación de la joven Kelly McGillis, quien poco después acompañaría a Tom Cruise en Top Gun, cierran el círculo casi perfecto que hizo de esta película, no solo un éxito de cartelera sino también una icónica película más en la carrera del director australiano.
La verdad es que es un film que se deja a pesar de los años. Su característica bso compuesta por Maurice Jarre no pasa desapercibida, así como algunas escenas ya míticas del cine de Weir, como la construcción de la granja Amish, o la escena final de la película en la que Bock se enfrenta a los policías corruptos, o el baile que Ford y McGillis comparten en el cobertizo mientras escuchan una canción en la radio del coche averiado. Además no hay que perder de vista la fuerte carga erótica que propone la película a lo largo de todo su metraje, manejada por la mano diestra del director sin que le explote en las manos. En conjunto, Único Testigo resulta un entretenido y acertado thriller, en la que Weir, sin demostrar lo mejor de sí mismo, consigue alzarse con éxito y asomarse con buen pulso a la compleja y, a veces superficial, industria norteamericana de aquellos años ochenta.  
 
 
 

4 comentarios:

  1. ¡Hola, Iñigo!
    Un filme estupendo. Con unos actores increíbles que interpretan a unos grandes personajes.

    Un abrazo!

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  2. Una de las favoritas de mi señora. Siempre la dejamos cuando aparece en algún zapping.

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