La figura del gladiador tracio Espartaco y la rebelión que lideró en el I a.C. ha dejado una fuerte impronta en la mitología social e histórica de nuestra sociedad, especialmente durante el siglo XX, debido en gran manera a la novela de Howard Fast, escritor censurado en la era MacCarthy por sus devaneos con el comunismo, además de su adaptación llevada al cine de la mano de Kirk Douglas y Stanley Kubrick, desarrollada a las mil maravillas en el libro Yo soy Espartaco publicado por la editorial Capitán Swing hace unos años. Bien es verdad que las fuentes originales latinas describen con no muchos datos aquellos años del levantamiento, en el que un grupo de gladiadores, huyendo del ludus de Capua y formaron un gran ejército, derrotando a las pocas y mal preparadas tropas que se les cruzan por el camino, hasta aterrorizar a la sociedad romana. Sin embargo, los datos aportados son pocos y obviamente, fueron escritos y descritos por cronistas e historiadores romanos, de lo que se puede concluir cierta objetividad en la narración de aquel hecho.
El historiador Barry Strauss publicó en 2009 un pequeño pero muy apañado ensayo, en el que se sumerge en aquel levantamiento de gladiadores y esclavos, mediante la investigación de las escasas fuentes y de algunos restos arqueológicos, y sobre todo, con un ejercicio creativo de suposiciones, propuestas y sugerencias que aventuran lo que realmente pudo suceder en el sur de Italia ante semejante evento. Para la sociedad romana, un hecho como aquel, no resultó especialmente novedoso. En Sicilia se habían producido un par de guerras contra esclavos sublevados. Sin embargo, el momento y el lugar de origen de la rebelión liderada por Espartaco, ahonda en la problemática surgida para la Roma de los años 73 y 71 a.c. Por un lado, los frentes abiertos en Hispania contra Sertorio o en Asia contra Mitrídates, además de las crisis abiertas por los actos de flotas piratas del Mediterráneo, hacía que la presencia de legiones profesionales en la península itálica fuera bastante exigua. Por otro lado, que la crisis surgiera en Capua, en plena península, ponía en grave peligro, especialmente avanzado el conflicto, a una situación que condujo a las legiones romanas a un buen número de reveses en pleno territorio romano.
El historiador Barry Strauss publicó en 2009 un pequeño pero muy apañado ensayo, en el que se sumerge en aquel levantamiento de gladiadores y esclavos, mediante la investigación de las escasas fuentes y de algunos restos arqueológicos, y sobre todo, con un ejercicio creativo de suposiciones, propuestas y sugerencias que aventuran lo que realmente pudo suceder en el sur de Italia ante semejante evento. Para la sociedad romana, un hecho como aquel, no resultó especialmente novedoso. En Sicilia se habían producido un par de guerras contra esclavos sublevados. Sin embargo, el momento y el lugar de origen de la rebelión liderada por Espartaco, ahonda en la problemática surgida para la Roma de los años 73 y 71 a.c. Por un lado, los frentes abiertos en Hispania contra Sertorio o en Asia contra Mitrídates, además de las crisis abiertas por los actos de flotas piratas del Mediterráneo, hacía que la presencia de legiones profesionales en la península itálica fuera bastante exigua. Por otro lado, que la crisis surgiera en Capua, en plena península, ponía en grave peligro, especialmente avanzado el conflicto, a una situación que condujo a las legiones romanas a un buen número de reveses en pleno territorio romano.
El autor intenta desentrañar las razones por la que la rebelión concentró un número altísimo de seguidores, así como los graves errores que cometieron los que en un principio pretendieron derrotar a Espartaco en batalla. Se da por hecho el robusto liderazgo del tracio y su acertada táctica militar a la hora de enfrentarse a sus perseguidores. Aún con todo, varios factores hicieron de su rebelión un acto de fe condenado a fracasar. Entre sus seguidores se reunían varias etnias o tribus. Celtas, germanos, tracios e itálicos, convivían bajo la autoridad de líderes como Criso y otros que, si bien en un momento siguieron al Tracio, terminaron por desligarse, para luego salir derrotados. Además, sobre la rebelión sobrevolaba el incierto panorama futuro de sus seguidores. En un principio parecía que se dirigían al norte, con la posible intención de cruzar los Alpes. Posteriormente intentaron comprar a los piratas para que les transportaran a Sicilia, e intentar establecerse allí, pero la traición de éstos les sitúo en una precaria situación. Pero el punto de inflexión se presentó con la llegada al mando único de los ejércitos romanos de Marco Licinio Craso. En su mano no solo acaparó un mando férreo y seguro sino también unas tropas mejor preparadas de las que inicialmente fueron derrotadas por Espartaco. Tras una persecución por todo el sur de Italia, el destino atrapó al tracio y salió derrotado por el que más adelante, formaría parte del Primer Triunvirato junto de Pompeyo y Julio César.
En definitiva, un libro que intenta construir una narrativa histórica alrededor de la figura del gladiador, a base de la escasa información de primera mano recopilada de las fuentes originales y un mucho de suposiciones y conjeturas. Strauss, en su afán de completar un volumen productivo, lo adereza de una buena cantidad de información general sobre el periodo romano del momento, sus sociedad y en particular, de la situación de los esclavos, su desarrollo cívico y rural en el sur de Italia y la situación política e internacional en el Mediterráneo, para finalmente, poder conformar el posible escenario en el que aconteció la rebelión de esclavos que puso en jaque a la República.