Este otoño se ha despedido la serie de HBO, "The Deuce". Y otra vez, David Simon ha acertado en su versión del espíritu de los ambientes plasmados, los problemas sociales vividos y el alma de sus personajes desarrollados en la serie. Deuce, el barrio de Nueva York que se convertiría a finales de los 80 en el actual Times Square, protagoniza esta serie en la que, capítulo tras capítulo, desde la primera temporada hasta la tercera y última que hoy reseño, nos muestra su evolución y metamorfosis de la mano de un buen puñado de protagonistas. Porque como sucedió en anteriores series de Simon, un barrio, una ciudad, caminan de la mano, crecen y mutan de la mano de sus habitantes, de quienes subsisten, maduran y mueren entre sus calles, aportando personalidad y un sello distintivo.
En ésta su última temporada, nos adentramos en la segunda mitad de los años 80. La industria cinematográfica del porno ha evolucionado a niveles imparables gracias al video y al sofisticación y amplio género de oferta realizado en sus películas. Sin embargo, la mayoría de directores se encuentran en California y el camino de las actrices, particularmente hablando, no es nada sencillo, teniendo que ceder a las pretensiones de los retorcidos argumentos y sus realizadores. La cocaína sobrevuela los sets de rodaje y el miedo al sida campa con cierta incredulidad y desconocimiento entre los castings. La necesidad de representantes tampoco soluciona cierto problemas. El universo gay se tambalea ante el desarrollo imparable del sida, masacrando a un colectivo ya de por si castigado por la sociedad. Y aún, los especialistas hablan de ella como la enfermedad propia de homosexuales. Mientras, la prostitución no solo se ve recluida a locales cerrados sino que además se empieza a desarrollar el negocio de las chicas de compañía para fiestas privadas a las que acuden con sus propios conductores. Todo se empresaliza y los negocios de prostitución, locales de porno y bares, siguen dependiendo de los pagos bajo manga a policía y la mafia. Mientras, el ayuntamiento de Nueva York empieza a comprar inmuebles y a presionar de mano de la policía para forzar a que el barrio se vacíe para poder derruirlo y reconstruirlo de nuevo.
Los protagonistas siguen evolucionando con el barrio. Algunos morirán víctimas de tiroteos, el sida o la droga. Otros se reciclarán en un camino incierto y personal, pero con la seguridad de que el barrio no volverá a ser el mismo. Las calles, los bares y la gente comienza a cambiar hacia una evolución tan personal como social. La lacra de la droga y la prostitución que haya podido quedar marcada en la piel de algunos, hace que unos quiebren la rodilla ante el avance de una sociedad diferente y otros se aúpen al tren que no espera a nadie. Personajes como los interpretados por Maggie Gyllenhall, James Franco o Margarita Lelieva sobreviven dejando atrás sus ataduras, mientras otros se quedan por el camino. Esta temporada goza de tres o cuatro capítulos magníficos con grandes y profundos diálogos. Para terminar con un magnífico epílogo que protagoniza los minutos finales del último capítulo, poniendo un punto y final lleno de emotividad y nostalgia, de otra serie de Simon para enmarcar y recordar.
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