Ediciones Salamina ha publicado este verano un ensayo firmado por Roman Töppel dedicado a la batalla de Kursk que enfrentó al mayor número de vehículos blindados y carros de combate alemanes y soviéticos de la IIGM. Se han escrito infinidad de libros sobre la denominada mayor batalla terrestre de la guerra. El autor intenta dar una nueva visión de la batalla, desmontando algunas teorías tomadas hasta ahora como irrevocables. Su intención es redefinir toda ella, desde sus orígenes, desarrollo y consecuencias, aportando detalles, informaciones y datos, hasta ahora malinterpretados o simplemente no tenidos en cuenta.
1943 fue el año en el que las tornas comenzaban a cambiar a favor de los aliados. Alemania sufriría varios vuelcos en sus frentes de batalla. Británicos y americanos comenzaron a bombardear Alemania, las tropas del Africa Korps son derrotadas en el norte de Africa y Stalingrado se conforma como una gran victoria soviética. A principios de año, Hitler y su Estado Mayor buscaban crear una ofensiva contundente en el frente del este. Aquí encontramos la primera aportación novedosa del autor a la historicidad de la batalla. La idea de iniciar la ofensiva en Kursk con la idea de eliminar un saliente tan profundo y peligroso en mitad del frente no surgió de la mente de Hitler. Su intención inicial era realizar pequeños e incisivos ataques en el frente, manteniendo la iniciativa de primavera y verano de años anteriores. Sin embargo Kluge y Schmitd, le sugieren una operación conjunta desde el norte y el sur para eliminar el saliente en cuestión.
Se pensó en su inicio para el mes de abril, sin embargo varios factores provocaron su retraso hasta julio. En primer lugar la estación de lluvias se alargó en exceso en el tiempo, lo que provocaría mil y una dificultades en la ofensiva, por la condición de los caminos y carreteras, inaccesibles por culpa de la lluvia y el barro. En segundo lugar, el enorme esfuerzo de formar unidades y vehículos, además de la preparación de las tropas, exigía un poco más de tiempo para organizar el ataque. Por todo ello, quien ha pensado que la ofensiva hubiera tenido otro resultado si se hubiera iniciado en abril de aquel año, vuelve a equivocarse en su teoría, ya que las condiciones no eran propicias para su realización. Claro está, que el retraso del ataque contribuyó a que los soviéticos, conocieran de antemano la operación, lo que les dio tiempo para preparar las defensas del saliente y, sobre todo, plantear la presencia de ingente número de tropas y carros de combate, suficientes para enfrentarse a los alemanes.
A lo largo del ensayo, Töppel desarrolla negro sobre blanco, las formaciones militares enfrentadas, su equipamiento y condiciones de los vehículos blindados, formación de la tropa, aviación en la zona y número de divisiones, aportando los pros y contras que desequilibran la balanza a favor de unos y otros. En este caso, a priori la preparación y equipo nazi tenía las de ganar. El objetivo alemán era eliminar el saliente de Kursk en pocos días y acortar el frente en 300 kilómetros, sin embargo, el día cinco de julio, cuando comenzó la ofensiva, los alemanes se encontraron frente a un increíble número de artillería, un importante número de carros de combate liderados por los T-34 y sobre todo una serie de cercos y frentes atrincherados que provocaron diferentes experiencias en el norte y sur del saliente. Model al norte se vio rápidamente bloqueado, mientras al sur, los regimientos Panzer lograron avanzar con intensidad, provocando increíbles bajas entre los soviéticos. Model termina por concluir el día 9 de julio, que la ofensiva se convertirá en una batalla de desgaste y por tanto que se alargará en el tiempo. Sin embargo en el sur, el enfrentamiento de blindados en Prochorovka, parece que da sus frutos a favor de los alemanes, quienes vencen con sus Panzer a los soviéticos.
Es en ese momento, el día 13 de julio, cuando Hitler da la orden de cancelar la Operación Zitadella. Su excusa, el desembarco aliado en Sicilia. Sin embargo, de nuevo Töppel desmonta esta teoría, señalando que solo una división Panzer es enviada al frente occidental y además, días después de la orden, ya a finales de julio. La teoría del autor, es que Hitler temía un contraataque ruso en los salientes de Donets y Orel. Si en el norte el ejército de Model no podía avanzar más, había que frenar el avance alemán en el sur, para no desequilibrar los frentes comunes. Y no andaba desencaminado. El 17 de julio, los soviéticos atacan más al sur en el saliente de Donest, provocando el desvío de divisiones alemanas hacia aquella zona. Y este era el momento esperado por los rusos para lanzar la contraofensiva en Kursk. Los ataques en Orel y Járkov, resultan decisivos, aprovechando la inferioridad alemana tras su esfuerzo inicial en la segunda semana de julio. Para agosto el saliente de Kursk ya no existía y el frente se había convertido en una línea perpendicular que iba del norte a sur. La Operación Zitadella provocó el resultado inverso al buscado por los alemanes.
En las conclusiones del libro. Töppel vuelve a intentar desmontar algunas de las teorías que hasta ahora han rodeado a la batalla de Kursk. Por un lado y asumiendo la gran derrota alemana, mantiene que las pérdidas nazis aún siendo grandes no fueron tan terribles como se creía hasta ahora, sobre todo en relación a las sufridas por los soviéticos, comparativamente terribles y mucho más significativas. Los de Stalin minimizaron sus pérdidas en su afán por publicitar la gloria de sus victorias. La superioridad táctica y técnica alemana era más que reseñable, no solo en teoría sino también en el campo de batalla. Sin embargo, la ingente superioridad numérica rusa desequilibró la balanza a su favor, sin apreciar el sacrificio humano y material aportado. Esto permitió repetir en el tiempo duros y extensos ataques frontales que provocaron infinidad de pérdidas, tanto en tropas mal preparadas como en material, pero prontamente sustituido desde la retaguardia rusa. Sin embargo, esta facilidad en surtir de reservas, no la tenía Alemania. Sus más de novecientas mil bajas, solo pudieron ser cubiertas por apenas cuatrocientos mil soldados.
El autor concluye en que la batalla del Kursk fue una gran derrota psicológica para el pueblo alemán, marcando un punto de inflexión en la guerra y cambiando las tornas en el frente del este. Fue la primera batalla celebrada en primavera y verano que concluyó con victoria soviética. Töppel termina abordando el uso de la información y la imagen de la batalla durante la guerra y sobre todo en la postguerra se ha hecho de ella. Las conclusiones, consecuencias y responsabilidades en ambos mandos varían según quien lo cuente. Todos o casi todos modelaron en su interés una batalla tan famosa como terrible en términos generales, de entre todas las celebradas en la guerra.