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jueves, 18 de octubre de 2018

"Sospecha"

En 1941 Alfred Hitchcock estrenaba su cuarta película americana. Tras el éxito de "Rebeca" un año antes, el maestro británico, ya asentado en EEUU, repite actriz con Joan Fontaine y se lanza a contratar una de las grandes estrellas del la época de oro de Hollywood, Cary Grant, posicionado el producto como uno de los estrenos más esperados de aquel año. No por casualidad la película estaría nominada a tres premios Oscar, incluido a mejor película y bso, logrando por derecho propio Joan Fontaine, el correspondiente a actriz protagonista. 
La trama cuenta el romance exprés y el matrimonio, de una joven solterona perteneciente a una tradicional y adinerada familia británica con un guapo, encantador y vividor, con bastante mala fama en el entorno social londinense. La joven, presionada a abandonar su soltería por el entorno en el que se mueve, junto al sorprendente interés mostrado por el galante caballero, hace que se enamore empedernidamente sin conocer nada de su pasado y sin atender a las habladurías de una sociedad a la que no se encuentra especialmente atada. Sin embargo, el descubrimiento de la situación económica de su recién estrenado esposo y la convivencia diaria, harán que cualquier detalle extraño o movimiento sospechoso por parte de su enamorado, le lleve a desconfiar de cuáles son sus verdaderas intenciones en el matrimonio. 
La firme mano de Hitchcock guía al espectador con la visión de la joven enamorada interpretada por Joan Fontaine. Las mismas dudas que van apareciendo en la vida de la esposa, son percibidas por el espectador, ahondando en la desconfianza sobre el protagonista encarnado por Cary Grant. Es inevitable deambular a lo largo y ancho de la película entre la comicidad y simpatía que emana del joven embaucador y la continua sospecha que sobrevuela a lo largo de casi toda la película y embarga en terribles dudas a la joven recién casada. Esto provoca varios momentos de tensión en la película, un recurso marca de la casa del maestro del suspense. La duda, la sospecha, no solo embarga a la protagonista, sino que el propio espectador es incapaz de resolver la disyuntiva frente a la figura del estrambótico, carismático y terriblemente embustero personaje. La firma final de Hitchcock la encontramos plasmada en la última escena de la película, magistral ejemplo del dominio del suspense y del control sobre el ritmo y la tensión de la narrativa visual. Y con todo, ¡Cary Grant, nos parecerá siempre tan simpático!