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jueves, 1 de marzo de 2018

"La forma del agua"

Parece que Guillermo del Toro ha acertado de pleno con la realización de su última película recientemente estrenada y que ya lleva un buen número de premios a sus espaldas, a la espera de los Oscar de este año, en los que atesora el para mí, increíble número de trece nominaciones. La película nos traslada a los años cincuenta, a una base secreta del gobierno norteamericano a donde, un día, llega una cápsula llena de agua con una extraña criatura en su interior. En esta base trabaja una limpiadora muda, que a fuerza de curiosidad se acerca al ser submarino, con el que entabla una curiosa y especial relación. A partir de este momento, los acontecimientos se desarrollan en una trama llena de sentimiento, espionaje, crueldad y amor.
El director mejicano ha realizado una película en el género que domina a la perfección. La realidad se mezcla con la fantasía para desarrollar ante el público una fábula en la que se explaya en una materia que domina e invierte su talento en contar una historia llena de sentimientos, solidaridad y mucho amor entre distintos. Porque de ésto va la película. El encuentro de diferentes, de personas especiales por sus carencias o realidades, entre seres que se muestran invisibles en el día a día, pero que empatizan entre ellos en su compleja y variopinta realidad. La protagonista es muda y sin embargo, goza de una especial empatía y sensibilidad. Su vecino, un maduro hombre artista y homosexual, esconde su condición en una época en la que su presencia ante el mundo resulta más que molesta. Y como no, el extraño ser, raptado de su entorno y encadenado a una piscina en el laboratorio, para ser objeto de experimentos. Todos ellos protagonizan una historia de amistad y amor en un mundo que navega entre la realidad de los años 50 y una ensoñación estética muy típica de Guillermo del Toro. A esto le añadimos una subtrama en la que el espionaje y la intervención soviética, aportan cierto punto de emoción y localización histórica además de, como suele ser habitual en el director, la figura de un malo, malísimo y extremadamente desagradable. Con este cocktel bien mezclado y una dirección artística siempre interesante, ya tenemos el conjunto listo para visualizar.
Sin embargo, he de decir, que el resultado final no me ha terminado de convencer. Su desarrollo me pareció monótono. Como bien dice un buen amigo mío, la película es el resultado de alargar el trailer publicitado hasta la saciedad hasta las dos horas de metraje. ¡Qué manía con mostrarnos toda la trama en los tres minutos de un trailer! Y qué mal favor hace a la película... Y lo peor de todo es que a falta de emocionarme, la película me sonrojó en algunos momentos por su lamentable edulcoramiento. El director no ha logrado que empatice con los personajes, con la excepción de la compañera afroamericana de la protagonista en sus labores de limpieza. Es más, lamentablemente la película se me hizo larga. Posiblemente el hecho de que todo me sonaba y que además la aportación de cierta trama de tensión o suspense no logró interesarme, no hizo que huyera de cierto sopor en algún momento del metraje. 
Entiendo el mensaje que Del Toro ha planteado en la película y acepto que la ambientación y el diseño artístico son para alabar, pero no logró sorprenderme nada de lo visto en la pantalla. Es más, me suena mucho a algunas películas anteriores suyas o también al universo del director francés Jean Pierre Jeunet, y ni siquiera su estética llama mi atención. En definitiva, salí de la película más bien frío y sobre todo, intentando calibrar que habrán visto los críticos y los festivales en esta película, para otorgarle tantos premios y nominaciones. Por cierto, no nos sorprenda si se va de vacío de la Academia de los Oscar de este año, o en todo caso se lleve unos pocos premios, dos o tres a lo sumo, en comparación a las expectativas con las que se presenta... No lo veo, no.

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