Estrenada la primera parte de la 3ª temporada de El Ministerio del Tiempo, con sus seis primeros capítulos. Como en anteriores temporadas, ha habido capítulos geniales, otros buenos y algunos peores, pero lo que nadie le puede quitar a la serie es su capacidad de reconvertirse, de investigar y ofrecer al espectador nuevas y, casi siempre, frescas historias, con una etiqueta de calidad y una buena factura en producción y realización.
Si algunos capítulos resultan más flojos o simplemente no logran atrapar al espectador, se puede explicar por dos razones. La primera, la ejecución del guión, no siempre acertado. La segunda y, esto creo que me resulta más decisorio, es la elección de determinadas épocas, temáticas o personajes en cada trama. Sin duda, el Siglo de Oro es el que creo suele tener mejor recibimiento. Los personajes históricos suelen estar muy bien encarnados y presentados, además de conseguir una ambientación muy acertada. Pero, simplemente pueden ser asuntos de gustos y apreciaciones más subjetivas de un público que espera ser sorprendido en cada capítulo. Desde luego en esta temporada, el primer capítulo dedicado a Hitchcock me pareció una gozada, un auténtico y acertado homenaje a su cine. Con sus dos siguientes entregas, Tiempo de Espías y Tiempo de Hechizos, la serie tuvo un más que discreto bajón, sobre todo con el dedicado a Bécquer. Con la historia protagonizada con Goya, sufrí cierto impás en el que no acerté a visualizar si la temporada remontaba o no, para por fin llegar a los magníficos dos últimos capítulos. Particularmente me quedo con Tiempo de Esplendor. Felipe III y el Duque de Lerma no son personajes demasiado conocidos para la mayoría de los españoles y sin embargo, su época fue en general un tiempo de paz y estabilidad, antes de la gran caída en el ruinoso reinado de Felipe IV y Olivares. Brillantes los diálogos e interpretaciones de Cervantes/Pere Ponce y Lope de Vega/Victor Clavijo. Y al final buen colofón del capítulo Tiempo de Esclavos, con el que la serie marca la dirección y trama a la que se dirige inexorablemente en su segunda y última parte de la temporada.
Remarcar el buen trabajo de los actores y actrices, digamos fijos. Bien como siempre, Nacho Fresnada en su papel de Alonso. Lástima la salida de Rodolfo Sancho. Creo que hacía buena pareja junto con un Hugo Silva, algo más soso que la anterior temporada. Respecto a los nuevos, veremos que tal funciona Macarena García como la joven Lola Mendieta. Bien por Aura Garrido que con los capítulos ha crecido en su interpretación. Habrá que ver si regresa más adelante a la serie. Pero lo que desde luego aporta y mucho al Ministerio, son los personajes secundarios. Su entidad, interpretación y caracterización marcan la diferencia y esto solo es labor y apuesta de una gran equipo de casting. En definitiva, una temporada algo irregular, pero aún así, soy de los que opinan que, independientemente de modas pasajeras, El ministerio del Tiempo sigue aportando a la televisión patria, calidad, interés, buen gusto y sobre todo buen hacer. Yo seguiré apostando por ella, aunque algunos ya comienzan a echar tierra sobre esta producción, para mi gusto y ante todo muy seria.
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