Un coronel de marines, veterano de la primera guerra del Golfo, esta destinado en un departamento de Análisis y Estadística del Cuerpo. En plena segunda guerra del Golfo, el goteo de bajas en Irak es continuo y cuando se entera del fallecimiento de un soldado originario de su pueblo, decide presentarse voluntario para escoltar su cuerpo hasta su hogar. Más tarde, le dirán que debe acompañarlo hasta otro lugar más lejano, por lo que deberá hacer distintos transbordos y recorrer varios kilómetros por carretera. A lo largo de este viaje iniciático, el coronel irá descubriendo su propia situación ante la guerra y las distintas sensibilidades de las personas con las que se cruza en el camino.
Ante todo y sobre todo, este telefilm de HBO, de apenas 105 minutos de duración, nos ofrece el protocolo y tratamiento con honor a los caídos durante la guerra en su retorno a EEUU y los hogares donde serán enterrados. La solemnidad que ofrece el cuerpo de Marines a sus muertos, choca con la soledad con la que se efectúan el traslado de los restos a sus lugares de origen. Pero no queda aquí la cosa. La excusa de acometer tan largo viaje, implica que el director puede mostrar al espectador los sentimientos, a veces encontrados, del propio coronel y de las personas con las que coincide en los vuelos, aeropuertos o en el mismo pueblo destino de su viaje. Los hay, la mayoría, quienes rinden homenaje, no solo al fallecido, sino también al que ejerce tan fielmente su cometido de escolta. Otros, los menos, no dejan de compartir, siempre con respeto, el sin sentido de una guerra para muchos inexplicable. Incluso el propio coronel, plantea sus dudas de si debiera estar sirviendo en Irak, en vez de cubrir un puesto administrativo, apostando por vivir con su familia en vez de ir al frente de guerra. Pero sin duda, esta película es un sincero homenaje a los muertos en acto de servicio, independientemente de la guerra en la que hayan caído. Lo importante es que han dado su vida por su país y en defensa de sus compañeros.
El soldado fallecido y el coronel que lo escolta existieron en realidad. Tienen nombre y apellidos. El homenaje a su persona, con el protocolo y la dignidad exigida por el cuerpo de Marines, plasma el dolor de una familia, de su entorno más cercano y de una nación. El coronel está encarnado por un eficiente y convincente Kevin Bacon, que ganó con su interpretación el Globo de Oro al mejor actor de telefilm de 2009. La dirección pretende, con acierto, que la cámara sea un simple testigo del viaje de ambos protagonistas. Para ello se acompaña de una sencilla pero detallada fotografía, una bso que potencia los momentos llenos de sensibilidad y cierta emoción, y un montaje elegante, que también fue premiado en los Emmy del mismo año. Merece la pena visionar con calma esta película.