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jueves, 18 de febrero de 2016

"El renacido"

No hay duda de que Hollywood, a lo largo de su historia, ha retratado en sus películas, las aventuras de los exploradores, tramperos y solitarios hombres que se lanzaron desde finales del siglo XVIII a descubrir y explorar las grandes praderas y las colosales montañas de Norteamérica. La búsqueda de ríos, pasos y caminos que el hombre buscaba para lograr cazar las pieles de castores, osos, lobos o alces, eran la excusa perfecta para introducirse en territorios inexplorados.  No solo las inclemencias del tiempo, sobre todo en invierno, también la vastedad de los horizontes y los grandes cursos de agua, mostraban una naturaleza grandiosa e inconquistable. Si a esto unimos los enfrentamientos inevitables con los indígenas de los territorios invadidos por colonos y tramperos,  y la carrera que alglófilos y francófonos, realizaban a lo largo de la frontera por dominar y aliarse con determinadas tribus, para controlar el comercio de pieles y la seguridad de las rutas, tenemos el escenario perfecto para mostrar al espectador y al aficionado, cine en mayúsculas y una serie de buenas películas de ámbito humano y aventurero. 
Ejemplos de alto nivel no faltan en la historia... "Río de sangre" de Hawks, "El valle de la furia" de Lang, "La aventuras de Jeremiah Jonhson" de Pollack o "El hombre de una tierra salvaje" de Sarafian. Precisamente sobre la historia del protagonista de esta película, el director Iñarritu ha estrenado "El renacido", una excelente cinta protagonizada por Leonardo Di Caprio, que desarrolla las desventuras de un trampero y explorador en la década de 1820.
En el centro y norte de una Norteamérica, casi inexplorada, a lo largo del río Missouri, cerca de Yellowston, un grupo de exploradores termina la temporada de caza de pieles, antes de regresar a la seguridad del último puesto militar en la zona. Este grupo se encuentra comandado por el capitán Andrew Henry y su explorador es el trampero Huge Glass, cuyo hijo mestizo pawnee, le acompaña en la expedición. En un momento dado y por circunstancias que no desvelaré en esta reseña, unos guerreros Arikaras atacan al campamento, masacrando a sus moradores, excepto a un pequeño grupo que logra huir. A partir de este momento la carrera por la supervivencia comienza. Huge Glass es atacado por una osa grizzly, quedando gravemente herido. Lo que queda de la expedición, lo deja a cargo de su hijo y otros dos tramperos, Bridger y John Fitzgerald, los cuales terminan abandonando a Huge, tras traicionar al joven mestizo. Para el explorador herido, casi muerto, solo queda sobrevivir e intentar llegar al puesto avanzado más cercano. La idea de la venganza, hará que su trayecto a casa sea su meta prioritaria, por encima del tiempo, las alimañas y los indios que le persiguen.
Iñárritu acomete este argumento en una película con grandes componentes de misticismo, aventura y superación personal. Si bien el gran protagonista de la cinta es Di Caprio, interpretando a un Huge Glass, contundente, real y tan humano como invencible, el otro gran protagonista de la película es la naturaleza y los paisajes del centro y norte de EEUU. La grandeza y la inmensidad del entorno en el que se desarrolla la supervivencia de Glass, supera lo imaginable. El viento, la nieve y el frío acaparan la atención de una carrera por sobrevivir en la que la insondable soledad del protagonista, deambula en los grandes paisajes de "El Renacido". Iñarritu asume que Glass y su entorno comulgan en una misma realidad. La perfecta armonía entre Glass y  las praderas, montañas y ríos, solo se ven afectadas por el simple desequilibrio entre un insignificante humano y la grandiosidad de la naturaleza. Y aún así, el personaje encarnado por Di Caprio se hermana, se mimetiza en un entorno hostil, gracias a los recuerdos de su familia y la idea de venganza. He aquí donde Iñarritu aporta lo mejor de la película. Su pausado ritmo, para algunos aburrido y lento, nos traslada a la lucha casi mítica e imposible del protagonista. Los largos silencios, la visión del la inmensidad de las montañas y praderas, el roce del viento con los grandes árboles... todo ello forma parte inexcusable del espíritu de la película... Un planteamiento casi ecológico de hermandad hostil, pero indisoluble entre el ser humano conquistador e invasor y el inmutable espacio natural que lo rodea. No olvidemos la intención de Iñarritu de presentar a los indígenas originales de las praderas como el único y legal propietario y habitante de esos territorios. Pawnees y Arikaras, son el ejemplo de la ruptura y beligerancia que el hombre blanco provocó en sus zonas de vivencia.
El director conjuga esplendidas actuaciones de los actores, con un uso de la fotografía y recursos técnicos, que llegan a niveles de altísima calidad, sensibilidad y belleza. Emmanuel Lubezki realiza una trabajo de fotografía perfecto, grandioso y sincero. Los movimientos de cámara y las escenas son realistas y te incluyen en la acción. Desde el ataque de los indios en el río, pasando por la lucha con la osa, hasta el enfrentamiento en la fase final del film, son momentos de gran tensión y acción, que reflejan miedo y adrenalina con gran realismo. Los contrapicados, en los que la cámara filma desde abajo a los protagonistas, dejan ver la inmensidad de la naturaleza que se encuentra tras ellos y les rodean. En contraste, las escenas aéreas donde los humanos son solo puntitos en la infinitud del territorio del Misouri. La manera de captar el frío, la nieve, el silencio... hace ver la debilidad y pequeñez del ser humano, para a su vez realzar la capacidad de supervivencia del héroe de la cinta, Huge Glass, interpretado por un fantástico, desgarrador y maduro Di Caprio. Su actuación es tan física, que se ajusta bien al entorno hostil, al que sobrevive gracias al recuerdo de sus seres queridos y sobre todo a la idea de venganza. Merece el Oscar ya, y esta vez no hay excusa. Tom Hardy realiza otra de sus buenas actuaciones, contundente y dura, acoplándose perfectamente a su papel de alter ego de Di Caprio.
Habrá quien diga que la película es larga, lenta y le falta guión. Pues se equivocan, porque posiblemente no la hayan entendido, no han vislumbrado el mensaje tan humano y real como la aventura que acometió Huge Glass en 1820. La película tiene alma, vida y mucha sensibilidad, por todo lo bueno y malo que Iñarritu encuentra en lo más recóndito del ser humano. Utiliza la metáfora de la naturaleza, la lucha por la supervivencia y también, la situación de los indios en aquellos años en los que el hombre blanco ya pretendía anegar y manchar con su presencia los territorios fronterizos. Podrá no ser perfecta, pero no se puede negar la capacidad de Iñarritu de narrar visualmente de maravilla y contar fielmente la realidad de la capacidad humana por sobrevivir.