Nacido en 1939 y fallecido en 1999, Higgins fue uno de los grandes escritores exponenciales de la novela negra o policiaca, desde que publicó en 1970 la novela aquí reseñada. Fue tal su éxito, que siempre que publicaba un nuevo libro, inevitablemente la crítica y los lectores lo comparaban con su opera prima.
La trama ronda alrededor del protagonista Eddie Coyle, un pequeño delincuente Boston que, pendiente de una sentencia por un delito cometido en New Hampshire, juega entre sus trabajos con la delincuencia y cierto acercamiento a los defensores de la ley para conseguir evitar volver a la cárcel. Entre tanto, y siempre con la presencia de nuestro protagonista, se suceden robos a bancos, tráfico de armas, hippies revolucionarios, las "Panteras Negras", la mafia y el FBI. Todos los sucesos terminan entrelazándose alrededor de los entresijos, relaciones y amistades que rodean a Eddie, un personaje perdido en la inmensidad de una tela de araña que inevitablemente le llevará a derroteros no deseados.
Dos factores ensalzan esta novela. No, tres siendo realista. Por un lado, el factor extensión. Esta novela goza de tener pocas páginas, y la verdad es que no necesita ni una más, como también no le sobra ni una menos. En segundo lugar, nos encontramos con el tratamiento de los personajes. Escasamente seis o siete son los que protagonizan junto a Eddie este relato, y cada uno representa un papel dentro de la historia. Ninguno excesivamente claro ni limpio, forman parte de un elenco de figuras, que se mueven entre la fidelidad, las dudas y la traición, en donde la figura del chivato y las mafias, cuyo brazo armado es el asesino a sueldo, profundizan entre las dudas y devaneos de nuestro verdadero protagonista, Eddie Coyle. Y por último, y no menos importante, la estructura de la novela, compuesta de capítulos cortos, rapidísimos diálogos, pocas descripciones, escasamente la de los robos, y frases cortas. Este conjunto de características hacen de este libro una lectura fulgurante, llena de tensión y acción, involucrando al lector de una manera tan salvaje y directa, que no es fácil salir de sus páginas. No puedo evitar comparar esta novela con "El poder del perro", escrita en 2005 por uno de los exponentes actuales del género negro, Don Winslow, seguro heredero de la dialéctica y de la capacidad de contar historias de Higgins.
Lo dicho, muy recomendable libro, de corta extensión y lectura rapidísima. Lección de como escribir sobre el género negro, sin tapujos, mediocridades ni exceso de palabras. Directo al grano.
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