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viernes, 11 de abril de 2014

"Los que no perdonan"

John Huston dirigió en 1960 este inusual western, protagonizado por Burt Lancaster y Audrey Hepburn. En él se cuenta la historia de una familia, los Zachary, que viven en una zona despoblada, cerca de territorio Kiowa. El hermano mayor lidera a los demás propietarios de la zona, organizando la captura de caballos salvajes para después venderlos en Wichita. La familia la completan la madre viuda, dos hermanos y una joven que fue adoptada hace muchos años, tras ser encontrada después de un supuesto ataque indio, o eso creían los hermanos. Un día, un viejo soldado del sur, aparece en la zona, contando a los colonos y a los kiowas, la verdadera procedencia de la chica adoptada. A partir de esto, los acontecimientos desencadenan una serie de hechos que marcarán la relación de la familia con sus vecinos y los indios.

El trabajo de Huston, nos plantea el problema del racismo y del odio que los blancos sentían por los pieles rojas. El director ahonda en la importancia de los lazos familiares, en el delgado hilo que separa las relaciones entre los colonos y como no, la situación de esas tierras fronterizas con los territorios indios. En una escena de la película, se cuenta la guerra que mantienen los kiowas con los colonos, y cómo estos, en distintos momentos han organizado partidas de castigo para, defenderse de sus ataques. Estas bandas organizadas de colonos, también acometen golpes sangrientos contra los poblados indios, asesinando mujeres y niños.
De una profundidad y un pulso dramático importante, el director nos va desgranando todos los problemas que suceden, conforme se van aclarando los acontecimientos alrededor de la muchacha adoptada, haciendo que la situación explote, no solo en el ámbito familiar, que lo hace y de manera dramática, sino también en la relación con los indios. Los papeles de Burt Lancaster y Audrey Hepburn, con una fuerte consistencia dramática, sustentan una película, en la que el amor prohibido y oculto durante años, va apareciendo entre miradas y gestos, mientras la trama los circunda, entre desaires y recuerdos del pasado. 
La película. como suele ser habitual en los westerns, goza de una impecable fotografía y viene acompañada de una bso, compuesta por el insigne Dimitri Tiomkin. Sin embargo, esta partitura, la encuentro desmedida y potente en exceso, para una película que quizás pida una composición más cercana e intimista. Este quizás es el único pero a un film profundo en sentimientos y espléndidamente dirigido. Llamar la atención en la figura del solitario soldado confederado, que entre su presunta locura y las apariciones casi fantasmales entre el viento y la inmensidad del desierto, ha quedado en mi retina, como una de las imágenes más impactantes de la película. Un buen film, de género, pero que se sale de lo normal, por su tratamiento y la firme mano del director John Huston.