En 1981 un director alemán, desconocido fuera de su país, dirigió una película titulada "Das Boot", traducido al español, "El submarino", donde narraba una de las misiones de un sumergible U-96 alemán durante la Segunda Guerra Mundial. Esta película lanzó al estrellato a su director, Wolfgang Petersen, haciendo de él, uno de los directores más taquilleros de Hollywood en las decadas siguientes. Esta película consiguió seis nominaciones a los Oscar de 1983, aún siendo una producción cien por cien alemana.
Con una duración de 150 minutos, la historia se sitúa, en prácticamente toda su totalidad, en el interior minúsculo y agobiante del submarino alemán. Desde el día anterior a embarcar en su misión, hasta el final de la película, el director nos enseña, no solo la vida del tripulante de estos sumergibles, la caza de los convoyes en el Atlántico norte y su afán por pasar desapercibido ante los destructores aliados, que en más de una ocasión pretenden hundir al submarino. Esta película va mucho más allá, logrando transmitir al espectador la soledad, los sentimientos, el peligro y el horror de la vida dentro de un minúsculo sumergible, que continuamente depende no solo de la pericia de su capitán y tripulación, sino en un porcentaje altísimo de la suerte que les acompaña.
Sorprende la capacidad del director y del montador para moverse con la cámara en el espacio tan reducido del interior del submarino, haciendo sentir al espectador la claustrofobia de habitáculos tan pequeños y poco prácticos. Además la historia nos muestra los momentos de espera y búsqueda, en los que la nave surca los mares intentando localizar las piezas a hundir. Con una ambientación fidedigna, tanto ambientalmente como históricamente, la película muestra la capacidad de estos sumergibles letales y también sus carencias, frente a las nuevas tecnologías instaladas en los barcos escolta británicos, que gracias a la innovación del radar sonda, hacen cada vez más difícil la capacidad de sorpresa, propia de esos submarinos corsarios caza convoyes.
Los actores logran personificar la ideología del lobo de mar, que siempre está por encima del patriotismo triunfalista de la Alemania Nazi, hasta tal punto que en ningún momento estos marinos de carrera, saludan con el brazo en alto y no esconden su descontento con la situación real del mandato de Hitler. Simplemente ellos cumplen sus misiones, tal como se les ordena, de la manera más disciplinar posible, dentro de su disciplina desordenada propia del submarino.
Me sorprendió, la escena en la que después de hundir un mercante, el sumergible sube a superficie, y la tripulación siente, que sus ocupantes no hubieran abandonado el barco antes de que ellos lanzaran el torpedo que iba a hundirlo definitivamente. Dudo mucho, que en la realidad, los oficiales de estos cazadores de mercantes y convoyes, tuvieran alguna duda sobre las consecuencias mortales de sus incursiones en el Atlántico. Pero, por todo lo demás, el director nos presenta la epopeya, digna de mención, de estas tripulaciones casi suicidas, que durante todas sus misiones sufrían las incomodidades, miedos y carestías propias de estos submarinos, y que sirvieron de letal arma a los intereses de la Alemania nazi. Gran película, dura, claustrofóbica y realista, que pondera la humanidad dentro de la cruel guerra, frente a la sangría y capacidad de destrucción de los submarinos alemanes.